Hoy se rinde homenaje a una de las actividades más antiguas para la subsistencia de la humanidad. El 9 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Agricultura, una actividad de gran importancia para el desarrollo sostenible de las naciones en el mundo. Mención especial merece el esfuerzo de los pequeños, medianos y grandes productores del campo, dedicados al cultivo de la tierra para la producción de alimentos de calidad para la población, con ello se reconoce su ardua labor en la producción de alimentos.
¿Por qué se celebra el Día Mundial de la Agricultura?
La creación de esta fecha sirve para divulgar los retos que debe enfrentar el sector agrícola ante el cambio climático en el planeta y otros factores ambientales, así como los nuevos patrones de consumo. Por otra parte, promover el estudio, desarrollo e innovación de la agricultura y su impacto en el medio ambiente, para el beneficio de futuras generaciones.
Orígenes de la agricultura
Hace aproximadamente 12.000 años, durante el Neolítico, el surgimiento de la agricultura revolucionó la historia, transformando el modo de vida y la supervivencia humana por completo. Cultivar la tierra, como base de la producción propia de los alimentos, permitió a la humanidad introducir cambios tan trascendentales como el sedentarismo y la formación de poblaciones que han marcado por completo el desarrollo de nuestra historia.
En los primeros poblados los humanos comenzamos a cuidar a los animales y cultivar las plantas sin necesidad de tener que ir a buscarlas, lo que junto a la utilización de herramientas provocó una revolución completa que marcó el fin de una época basada en la recolección y la caza, y el comienzo de la agricultura y la ganadería como modo de vida.
“Si se considera la población rural actual, unos 3400 millones de personas, podemos decir que vive en un entorno muy similar, en lo esencial y dejando aparte la tecnología, al de aquellas primeras sociedades neolíticas”, afirman los investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Juan F. Gibaja, científico titular de la Institución Milá y Fontanals, Juan José Ibáñez, investigador científico en el grupo de investigación Arqueología de las Dinámicas Sociales de la misma institución, y Millán Mozota, colaborador de I+D+i en arqueología y divulgación.
¿Qué provocó su origen?
Los cambios eran tan transformadores que se fueron extendiendo, de manera irreversible y a lo largo de milenios, por todo el planeta. Para tratar de responder a los porqués, los científicos del CSIC exponen en el libro El Neolítico varias hipótesis para dar respuesta a esta cuestión.
“La primera sería una explicación poblacional, como respuesta a una crisis alimentaria causada por el crecimiento demográfico, en un momento y condiciones determinadas. Otra sería la hipótesis climática, es decir, que las novedades llegaron en respuesta a un cambio climático que limitó los recursos de las sociedades cazadoras-pescadoras-recolectoras”, explican.
Por último, la tercera teoría sería una explicación cultural, donde “las comunidades que vivían de la caza, pesca y recolección llegaron a un nivel de dominio de la naturaleza y desarrollo tecnológico y social que les permitió iniciar el cambio”, afirman. “Aunque son diferentes, las tres hipótesis no son excluyentes entre sí, sino que podrían combinarse para obtener una visión más precisa”.
¿Cómo se extendió a lo largo del mundo?
Los investigadores también han desarrollado diferentes explicaciones sobre cómo se extendió este modo de vida a lo largo del planeta. Según los autores, “la propuesta más sólida defiende que la expansión desde Próximo Oriente solo puede explicarse como resultado de movimientos de población”.
En estos desplazamientos, las personas llevan consigo los alimentos y los animales domésticos, así como los instrumentos que necesitan para su producción. Las hachas pulidas, hoces, cerámica o molinos “se conocen como el ‘paquete neolítico’. Es por ello que, cuando las y los arqueólogos documentan un nuevo yacimiento neolítico, lo definen a partir de la presencia de tales elementos, no de alguno aislado”, añaden.
La cerámica, según su estilo, su forma y su decoración, ha sido una pieza clave para distinguir las culturas antiguas desde los orígenes de las investigaciones sobre el Neolítico. A día de hoy se considera que no equivalen a los mismos pueblos, pero se acepta que “los grupos con la misma cerámica tendrían cuando menos ciertas afinidades y una proximidad cultural”.
Fuente: National Geographic y A2000
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