- Alicia Ayora Olmos
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- 14.11.2024
Ser joven y marcharse de España en busca de oportunidades no es novedad. Pero pocos hablan de lo que realmente supone: dejar atrás familia, amigos y hogar, y el dolor que eso conlleva, especialmente cuando ocurren tragedias como la DANA. A la distancia, seguimos la solidaridad de nuestro pueblo, vemos cómo miles se unen para ayudar y cómo periodistas y ciudadanos luchan por sacar a la luz la verdad. La falta de oportunidades en nuestro país empuja a muchos jóvenes a emigrar. Nos dicen que es “una experiencia enriquecedora”, que ganaremos independencia y conoceremos otras culturas. “Eres joven, disfruta”. Pero, al mismo tiempo, significa perder esos lazos que nos sostienen y vivir lejos de quienes siempre nos han apoyado. ¿Por qué tener que buscar fuera lo que debería estar al alcance? Este golpe que sentimos en la distancia es también un recordatorio. Que esta unión que experimentamos hoy nos impulse a construir un país con oportunidades para todos, con políticas que protejan nuestro derecho a un futuro sostenible y lleno de posibilidades. Para que nadie se vea obligado a elegir entre sus sueños y su hogar.