Recordamos al amigo, al sacerdote de enorme talla intelectual y humano, al orador brillante, que hacía que sus homilías se escucharan con pasión, eran verdaderas catequesis de vida, breves pero intensas; llegaban al corazón e interpelaban a multitud de fieles que llenaban el Templo En todas las Parroquias que sirvió, dejó una impronta imborrable, así como a los miles de alumnos a los que dio clase, jamás paso desapercibido.
Ya desde su infancia, mostraba su genio y talento, así como sus dotes para la música.
Con 10 años ya armonizaba en la Banda Municipal de Tíjola, de donde era natural,junto a su padre. Tenemos que destacar su gran sentido del humor, su “chispa”, sus incontables anécdotas, dignas de haber sido recopiladas.
Memorable fue, su paso en Cursillos de Cristiandad. ¡A cuántas personas supo despertarlas a la fe!. Valiente en su enfermedad, de la que siempre se burlaba… Sus últimos años los pasó retirado, pero se mantenía al día de todo cuanto sucedía, pues mantuvo su lucidez y sabiduría hasta su muerte.
De su vena poética, escribió una oración para rezarla antes de poner el coche en marcha y que queremos compartir :
Para que nada suceda que no deba suceder.
Para que tu luz de ayer, siga alumbrando mi rueda.
Da a mi pulso vigor, paciencia a mi mal humor y dulzura a mi talante.
Pon tu mano al volante Y CONDUCE TU, SEÑOR.
Fdo.: Gregorio Gea Martínez y Francisco Pérez Pérez.