Un gran artista del balón y una excelente persona

José Cervantes Mulero

  • La Voz
Hay personas que en su paso por la vida han dejado una impronta o una huella indeleble que hacen que siempre se les pueda recordar, aunque no estén ya entre nosotros. Este ha sido el caso de José Cervantes Mulero, conocido por todos como Pepe -El Tejero-, que ha fallecido la noche del jueves, seis de febrero. Ha sido toda una institución en Garrucha y conocido en toda la geografía almeriense debido a su buen hacer y su gran afición al fútbol. El hecho de tener un trabajo como fontanero (su compañero Pepe, con quien formaba la empresa PEYPE, le echará mucho de menos) hacía que fuese conocido por muchísimas personas que pronto conocimos su gran calidad humana y profesional. Como deportista se dio a conocer como uno de los jugadores que marcaron una época en el fútbol de la provincia, verlo jugar era apreciar el arte con el balón. Todo ello le llevó a salir de la Peña Deportiva de Garrucha y jugar en otros clubes como Albox, Mojácar, Macael, etc, con paisanos como -Pichino- o -Pedro de la Leocadia-, historia viva del fútbol almeriense. Su profesionalidad y generosidad le hizo, junto a su gran amigo Félix, dedicarse a trasmitir sus conocimientos futbolísticos y de sana competición a muchos chavales de Garrucha, primero participando a través del APA del colegio y después en las escuelas municipales de fútbol. Cuando todo era felicidad con su esposa Felipa y sus tres joyas, Olga, Mayte y José Antonio, la mala suerte en forma de enfermedad se cebó en él y ya no pudo desarrollar una vida normal como a él le hubiese gustado. Lejos de refugiarse en su casa tras su enfermedad, espoleado por dos grandes pilares que han hecho mucho por Pepe, su amigo Félix y su cuñado Antonio María, salía bastante para recobrar el ánimo, a la vez que realizaba continuas sesiones de fisioterapia para su rehabilitación. Y, aunque era muy reacio a las sillas de rueda, con tanto que insistieron los amigos y familiares en ello, por fin encontró aires de libertad, de independencia y de autonomía con su nueva -moto-. A partir de ahí se convirtió en un gran correcaminos y se acercaba a eventos que se celebraran en la localidad. Y ahora, a sus 62 años, la vida le ha dado el golpe definitivo, no ha podido hacerle más regates, cuando estaba haciendo los roces aún a su -moto-, como él la llamaba. Ojalá les esté enseñando mucho fútbol a esa gente con la que comparte ahora la eternidad y tenga ese buen talante que ha tenido siempre con todo el mundo. Descansa en paz, -Tejero-.