La madrugada del domingo 19 de enero, acompañada de su marido y sus dos hijas, fallecía María de los Dolores Giménez Maldonado, más conocida como la ‘seño’ Loly Giménez.
Nacida el 27 de junio de 1939 en Almería, sus padres, Antonio Giménez Aranda y Carmen Maldonado García, eran naturales de Dalías. Tenía un hermano, Antonio, fiscal de la Humilde Hermandad del Santísimo Cristo de la Caridad.
María de los Dolores contrajo matrimonio el 24 de septiembre de 1964 en la iglesia de Santiago Apóstol con Miguel Callejón Fernández, hoy jubilado después de trabajar 42 años en Piensos La Foca.
La pareja tuvo dos hijas: Dolores Carmen y María de los Ángeles, que estaban muy unidas a su madre, así como lo estaban sus nietos, José Miguel y Carmen, que eran los niños de sus ojos.
Punto de unión Dolores era la mayor de los primos Maldonado, oriundos de Dalías, y siempre sirvió de punto de unión a toda la familia. De hecho, más que una prima era una hermana para todos ellos. La ‘seño’ Loly Giménez comenzó dando clases por localidades como San Isidro, Felix, La Aldeílla, Las Norias, Sorbas, Canjáyar y la capital, entre otros destinos. Allí, en Pescadería y Plaza de Toros tenían un aula con niños de todas las edades, por lo que tenía que adaptarse a estas condiciones para poder impartir clases a grupos masivos y con alumnos diversos.
Tras ser destinada a Herrera (Sevilla) y a Guadasuar (Valencia), donde hizo grandes amigos, consiguió su destino definitivo en el colegio San Pedro Apóstol de La Mojonera, centro donde los profesores eran como una gran familia y en el que estuvo nueve años impartiendo clases de infantil.
El mayor reto de la ‘seño’ Loly Giménez fue cuando la destinaron al colegio público Josefina Baró de El Puche, en Almería, durante otros nueve años. Fue una de las mayores experiencias de su vida: el cariño que le daban esos niños era lo más enriquecedor que había experimentado durante todos sus años de docencia. Ella recordaba que sólo con darles un abrazo, te entregaban su corazón para siempre. De hecho, cuando se los volvía a encontrar todos corrían a abrazarla. Si no hubiera sido por la distancia que existía hasta su casa, la ‘seño’ Loly Giménez hubiera estado allí hasta su jubilación.
Su último destino fue el colegio Indalo de la carretera de Granada, donde terminó su trayectoria como docente. Una vez más, tampoco pasó inadvertida tanto para alumnos como para padres y sus propios compañeros. Sus ‘seños’, como ella las llamaba, la describen como una persona cariñosa con una sonrisa siempre en los labios, una amiga que sabía escuchar y transmitía paz.
Tras jubilarse impartió durante varios años un taller de memoria en la asociación de vecinos de Pablo Iglesias junto a su amiga Mª Carmen, enseñando a nuestros mayores a no perder la ilusión por aprender.