Querido padre:
Hoy hace un año que te fuiste, sin pedir permiso, en silencio, sin molestar, tu corazón se paró y tu mirada ya no la vimos más.
Te fuiste igual que vivistes, a tu manera, con estilo personal, y sin hacer a nadie mal.
Con tu genio y tu ingenio, fuiste alguien especial, y a todos los que te queríamos, nos tratabas por igual. Con un alambre y una cuerda, todo tenía arreglo, por difícil que pareciera, tan siquiera suponerlo.
Con los mayores, sobrinos y enfermos, te desvivías, eras todo corazón, cuando hacías falta en alguna parte, allí estaba el tío Iri, rápido y veloz como un ciclón. El mercado central fue tu vida, tu ilusión, tu esperanza, allí echaste tus primeros dientes, allí…en aquella bendita plaza.
Creativo como tú solo, con un corazón de oro, el carnaval te encantaba pero tu seña de identidad era la Navidad.
El niño Jesús iluminó tu vida, seguiste su camino nos dejaste sin hacer ruido, hoy por siempre estará contigo. Te fuiste estando de viaje, te fuiste de viaje eterno y los que aquí nos quedamos, aún te seguimos queriendo. Siempre con nosotros.
Tu familia.