Si para que alguien te crea tienes que decir que estás diciendo Misa, les remito al Barrio de Los Ángeles, en el último adiós a mi vecina Mercedes. Reza en el púlpito aquello de “La verdad os hará libres” y eso es lo que escuché: la verdad, la palabra de Dios sobre Mercedes: su vida y su obra.
El cura abría sus manos y tras “el señor esté con vosotros” dijo que íbamos a despedir a “tía Mercedes”. Y vaya despedida señores. Tres Misas como esta y se llenarían las Iglesias. Por una vez el cura era uno de nosotros. Cualquier vecino de la Torre 3 hubiese firmado esa definición de Mercedes: que bella historia de amor.
Toda una vida No parecía una Misa de difunto. No había solemnidad y todos nos hicimos familia y pedíamos al Cielo que nunca acabara esa homilía tan bonita. Nadie se movía de su banco y conocimos a Mercedes en una faceta muy distinta a la diaria. Nos enseñó a la niña, a la novia, a la mujer, a la madre y, sobre todo a la persona. Esa que le dijo a los médicos: “os llamo para daros las gracias por lo bien que me habéis tratado”. Mercedes no quiso una Misa triste y desde el Cielo nos derramó una vida de lucha y amor por los suyos de la mano de su Pepe.
Desde los 8 años hasta mis 55 de ahora he sido para Mercedes, “Antoñito”, como mis hermanos eran para ella “Manolín, Luisito o Carmelín”. Para nosotros sus hijas son: “La Merchi y La Angustitas porque con la pequeña, María José, tuvimos menos trato. Sería imposible contar todo lo que se dijo en la Misa. Eso fue cosa de Dios y de Mercedes, pero quiero decirles a sus hijas y al resto de la familia que jamás ví pareja tan unida como sus padres. Mercedes tan cariñosa siempre y Pepe un señor de los que ya no van quedando en este mundo: sencillo, trabajador y bueno, muy bueno.
Más que familia Si para Mercedes su cortijo del Ramblín en Pechina y su Barrio de Los Ángeles era lo primero, para sus vecinos de la Torre 3 ella y su familia fueron un modelo a seguir. Por su generosidad. Por su educación. Por su cariño y por esas hijas tan preciosas que vimos crecer y con las que compartimos toda una vida de buenos vecinos. Mi madre no se podía dormir la noche de su marcha y tanto mis hermanos como yo fuimos a la Iglesia a besar y abrazar a su marido y a sus hijas como ella siempre nos enseñó.
Pepa Salvador y Mercedes han sido siempre las vecinas más alejadas de mi madre en lo físico ya que la cuarta planta del edificio tiene dos patios. Esa distancia era solo aparente ya que cuando algo necesitamos o necesitaban íbamos a sus casas o venían como si fueran de nuestra propia familia. Y así hemos sentido su marcha: como si se nos hubiese ido nuestra madre.
Nunca olvidaré (no hará ni un mes) cuando nos vimos por última vez en la puerta de la Torre. Ya sabía Mercedes que era abuelo y tras plantarme dos besos de madre me decía que: “esperando a Pepe que nos vamos para el cortijo”. Siempre juntos y dando ejemplo de lo que debe ser una familia. Le decía a mi madre que no se me olvidará cuando me iba a la Mili y me metió un billete de 1.000 pesetas en el bolsillo. Siempre atenta. Siempre así.
No se me olvidará nunca ese camino verde que va a la ermita “canción que tanto le gustaba a Mercedes y donde recogía esas flores que ponía en el pelo para su Pepe”. ¡Dios mío como una Misa de difunto puede ser tan hermosa!, y seguía el sacerdote recordando ese momento cuando “se fue despidiendo de todos y, como hacía en vida hoy estará pendiente de nosotros en el Cielo”. Vaya cura bueno Señor, tenía que ser sobrino.
Palabra de Dios Salí de la Iglesia de Los Ángeles siendo mejor persona. Entré y salí como “el hijo de Carmela” porque en la Torre 3 las vecinas me llaman así. Siempre tuve claro que eran buena gente Pepe y Mercedes. Y después de tantos años sin ver a sus hijas mayores nos abrazamos como esos hermanos que re reencuentran. Me pregunto si nuestros hijos lograrán ser tan felices como nosotros lo fuimos en aquella Torre 3 en la cuarta planta con: Mercedes, Pepa, Angelitas, Amalia, Carmela...
En mi casa también le rezamos a la Beata Vicenta María que la ha llamado al Cielo y se fue por el camino verde.