Nunca entendí como alguien podía reír, hablar o respirar, cuando uno de sus seres queridos se marcha para siempre. Ríes, porque los que siguen a tu lado vuelven a hacerte reír, hablas, porque te preguntan, y respiras, porque tú respirabas y puede que vuelva a respirar ese aire que tú has respirado.
No me gusta nada la palabra abuela, temo la palabra muerte y odio la palabra cáncer.
Odio que no me llames temprano, odio, que no mimes a tus nietos y que no nos regañes a tus hijos, odio, que no me alises el pelo, odio, cuando no me levanto contigo, odio, cuando tomando café no podemos reinos de nosotras mismas… odio que ya no está mi Pepito grillo, ni mi Sancho Panza, que ya no haya aspas que giren, ni narices que crezcan. Espérame mamá, espérame siempre, junto a mi padre que aún mi cuento no ha acabado.
Buenas noches mamá, mañana hablamos, que tienes los ojos cerrados y aún sigues diciendo que no tienes sueño.