Un año muy difícil sin ti para todos nosotros

Antonio Bonillo Perales

ELena Perales García

  • La Voz
Hoy hace un año que no estás con nosotros, y todavía seguimos pensando la mala suerte de la infección por la que te fuiste de nuestro lado, en pocos días, en silencio, sabiendo que tu infección no mejoraba, siempre optimista, animándonos a nosotros, sin ninguna queja, agradeciendo los cuidados que te daba todo el personal del hospital, con una sonrisa para todos… Con una profunda tristeza cuando te recordamos, con mucho dolor todavía en nuestros corazones y desde el agradecimiento infinito, queremos que las personas que lean este artículo sepan que hemos tenido durante 77 años a una gran persona natural de Zurgena entre nosotros: honesta (entre tus frases: “nenico, nunca hagas nada que no te gustaría que te hicieran a ti”), cariñosa (tus vecinos de Ciudad Jardín: “se ha ido el diamante de nuestra calle”, en Zurgena: “Elita, un ejemplo de mujer para el pueblo”), optimista (destacando siempre el lado positivo de las cosas, entre tus frases: “vivimos en el mejor lugar del mundo”, “disfruta del día tan precioso que hace”), prudente y educada pese a su escasa formación académica (siempre dijo: “cuando tenía 17 años y cuidaba a mis hermanos en el piso de estudiantes de Cartagena, yo pude hacer una carrera igual que ellos”). Inteligente (siempre actuando o aconsejando de forma adecuada, en el momento oportuno, sin un mal gesto), siempre dispuesta a ayudar (tus vecinos: “siempre podías contar con Elena cuando la necesitabas; sin llegar a pedirle ayuda te la daba”), desinteresada (“yo no necesito nada”), enamorada de su marido, de sus hijos y de su familia; una gran madre (“nene, siempre ten en cuenta que lo mejor que tenemos en la vida es nuestra familia”, “intenta que nos juntemos toda la familia más veces al año”, “cuidar y ayudar siempre de mis nietos….”…). Todavía soñamos que estás con nosotros y cuando llamamos a la casa de Ciudad Jardín esperamos que nos abras la puerta. Gracias mamá por tantas cosas que nos has enseñado, por tu gran corazón, por tu cariño, tu ánimo y por la ayuda incondicional que siempre hemos tenido contigo. Gracias por tener siempre una sonrisa en tu boca, que supiste mantener incluso después de haber fallecido. Yo pienso que estarás descansando en la gloria, que es lo que tú te mereces. Siempre estarás en nuestros corazones, en nuestra mente y en nuestra alma; te recordaremos con mucho cariño y amor. Espero que sepamos enseñar a los demás todo lo que tú nos has enseñado. Te hemos querido, te queremos y jamás te olvidaremos. Te estaremos eternamente agradecidos por la gran persona, esposa, madre y abuela que has sido.