El pasado mes de agosto falleció Mervyn Smale. Vino a Andalucía por primera vez en 1977 pues Nieves, su futura mujer, era española y vivía en Granada. En aquel momento esa fue razón suficiente para hacer las maletas y dejar un trabajo en la enseñanza en la costa sur de Inglaterra y aventurarse en lo desconocido. Tras una entrevista personal, se le ofreció un puesto en el Departamento de inglés de la universidad de Granada, el cual ya no dejaría hasta su jubilación en 2002.
Los almerienses que queríamos estudiar Filología Inglesa a primeros de los 90 teníamos que ir a Granada para completar nuestros estudios pues Almería no tenía entonces la licenciatura. Mervyn, pues, se iba a interponer (para bien) en los destinos de muchos que llegábamos a Granada ignorantes de John Milton, William Wordsworth, Matthew Arnold, John Keats o Thomas Hardy.
Mervyn era un tipo alto, desgarbado, delgado, con aspecto de predicador. Al empezar a ir a clase con él, fueron varias las cosas que me sorprendieron. Tenía una preocupación desbordante porque sus alumnos aprendiesen. Era también muy activo y proponía organizar teatro fuera del tiempo lectivo, y así hicimos representando sketches en el colegio mayor Loyola. Daba clase con la misma pasión que un actor interpreta su papel en una función. Mervyn estaba convencido de que la literatura se podía representar además de enseñar. La literatura no se podía estudiar de forma pasiva. Al alumnado le enseñaba a identificar palabras claves para interpretar los textos, a reconocer por sí mismos y explicar a otros qué es lo que hace que una obra sea una obra de arte. Así, nuestra apreciación de la literatura aumentaba enormemente.
Mervyn imponía temor y respeto, era serio, pero cuando la gente llegaba a conocerlo mejor descubría al comediante que había dentro de él. Enseñaba divirtiendo siempre que tenía la ocasión, haciéndonos pasar un buen rato y compartiendo sus vivencias.
Nos llamábamos, compartíamos experiencias, planes, siempre echando de menos la enseñanza, la relación con los alumnos, la primera línea, la pizarra. Hablábamos en inglés pues siempre fue reacio a mantener una conversación en español (cosa que sí hacía en la intimidad, en casa, con Nieves). Y es que, en el fondo, era todo una simple estrategia que tenía para controlar las distintas situaciones a su manera. Nos encontramos en 2008 en Almería cuando acudió a una invitación que le habíamos hecho desde la Escuela Oficial de Idiomas. Le dedicamos un gran homenaje editando un libreto con 30 poemas suyos en edición facsímil. Fue para él algo inolvidable. Por primera vez sus poemas veían la luz, y volvía a hablar en público tras varios años retirado de la vida académica. Me dijo que estaba escribiendo otra colección de poemas inspirados en cuadros conocidos o no tan conocidos, que le habían hecho sentir una emoción especial.
En los últimos días de su vida se sentía deprimido. Ya no le quedaban parientes vivos en el Reino Unido. Su enfermedad degenerativa le seguía invalidando. Y con todo, era capaz de seguirme transmitiendo ánimos a mí, que pasaba por una muy difícil situación emocional. Así era Mervyn. Queda un proyecto que espero poder completar con la ayuda de Nieves, su viuda. DEP
En la habitación-Mervyn Smale (traducción)
Y entonces cortó el pan,
Rompiéndolo como si fuera
Algo tierno y vivo.
Cómelo, dijo
Hay hambre fuera.”
Y entonces sirvió el vino,
Observando las llamas del fuego
Que bailaban en su rojo espesor.
Bébelo, dijo
Hay sed fuera.
Y entonces se sentó un rato,
Viendo cómo la luz del fuego seguía jugando
Con las caras, paredes, con nuestra comida acabada.
Ama la luz, dijo
Hay una gran oscuridad fuera.”
Y luego miró fijamente el fuego,
Estirando sus manos
Hasta encontrarse con las llamas agonizantes,
Dijo, Encuentra el calor,
Hace mucho frío fuera.”