Recientemente he podido saber la funesta noticia de que has dejado de encontrarte entre nosotros, extraordinario amigo Antonio, que siempre has sido entrañable compañero en múltiples horas dedicadas a la enseñanza de jóvenes en Almería.
Tengo muy presente el enorme respeto y amor que sentías por tu asignatura, la lengua francesa, de la cual fuiste Catedrático de Instituto en la capital almeriense. Tu sentido amor por la materia, tus posturas transigentes y comprensivas hacia el alumnado, en cierto modo paternalistas, pues pensábamos que debíamos mostrarnos con nuestros discípulos igual que deseábamos que otros se portasen con nuestros hijos. Transmitir nuestros conocimientos intentando agradar, usando diálogos, en ocasiones anécdotas, que pudiesen atraer a quienes nos escuchaban.
Recuerdo tu llegada al Instituto Al-Andalus, provenías de anteriores Centros de Enseñanza Media, aunque también dictases clases en la Universidad de Burdeos, estuviste años ejerciendo la profesión en el Instituto Nicolás Salmerón de Almería, hablabas con soltura y agrado de los que habían sido nuestros maestros en aquel templo del saber del que había sido el único Instituto de Enseñanza Media de nuestra querida ciudad, nosotros fuimos alumnos, después Catedráticos en Institutos en tiempos en los que no se había creado la Universidad en Almería. Al conocerte, llegabas procedente del Instituto de Motril, mostrabas ilusiones al encontrarte nuevamente en esta hermosa ciudad del sureste peninsular. Eras metódico, en ocasiones de humor refinado e inteligente ironía en los diálogos, con experiencia y conocimientos del mundo de la enseñanza.
Nuestras vidas son espacios temporales, en cierto modo breves, y todos como ríos, vamos a parar a un inmenso mar que todo lo iguala, ya lo decía el poeta entre aires nuevos del renacimiento y también atrapado por el pensamiento del Bajo Medievo. Espero que dentro de un tiempo volvamos a vernos en ese espacio eterno, ya que en estas fechas celebramos la resurrección de Jesucristo.
Ha transcurrido tu vida con pasión por tu familia, por tu profesión de enseñante y esa enorme afición por la caza, “Entre aulas y sabanas” como has titulado tu reciente y logrado libro, en el cual te muestras como experto cazador, pero también como transmisor de paisajes y conocedor de la evolución económico, social y política de países africanos y americanos que durante largo tiempo visitaste.
Tuve la suerte de darle clase a tu hijo Paco Luis en centros de Almería, después sería amigo y compañero en mis visitas a lugares norteafricanos, en mi labor de saber lo que hicieron los soldados de Almería, los de la Corona, en su meritorio hacer durante la larga Guerra africana -1921 a 1927-. Paco, que es filósofo y antropólogo, mucho sabe lo que pensaban los antiguos, “la vida es todo cambio, todo fluye y nada permanece”. Quizás como poeta, de casta le viene al galgo - su madre es Victoria Cuenca-, tu hijo, mejor que este profesor de historia, sepa plasmar estos pensamientos. Desde aquí mis condolencias, en nombre propio y de tus amigos enseñantes, a la familia que fundaste.
En estos días de enorme luminosidad, todo realmente son sombras, si los nombras y no vienen, aquellos que con su amistad te honran.
En 1 de abril del 2015. Martín García Valverde. Catedrático de Instituto. Doctor en Historia.