En solo un instante, Doña Concha, paso de la vida del cuerpo a la eternidad del alma, del ser la profesora modelo, al referente educativo que pervivirá en la memoria colectiva de Almería. Con ella se va cerrando un ciclo de significados personajes del mundo educativo almeriense bajo cuyo magisterio y ejemplar conducta profesional, se formaron cientos de profesores. Ella fue alma y cuerpo de la Escuela de Magisterio de Almería, impulsándola con su espíritu y conocimiento en unos momentos difíciles y comprometidos.
Su vida ha sido siempre el compromiso del ejemplo, para los suyos el de esposa y madre; para la mayoría ha sido el de profesora íntegra, justa y cualificada. Vivía por y para la enseñanza que practicó hasta los últimos momentos de su vida, dando clases de alfabetización a los más desprotegidos y necesitados, no buscando otra recompensa que dar su amor a los demás. Era de esas personas que cuando los demás empezábamos a dar la espalda, ella daba la cara y además un paso al frente. Su vida ha sido, insisto, un ejemplo de testimonio cristiano real y concreto, sin falsas apariencias, sincero y claro como era ella.
En sus últimas etapas docentes quemó su cuerpo en el proyecto de Universidad de Mayores que tanto bien ha hecho a muchísimos almerienses y no almerienses: Motivó la curiosidad científica, promovió la utilidad del conocimiento y como diría el filósofo francés Foucault procuró que todos entendiésemos que: “El saber es el único espacio de libertad del ser”.
He sentido su muerte, como se siente la de un ser querido, fui uno más de sus alumnos pero siempre percibí de ella, el cariño del maestro que te sigue en tu carrera, que sabe de ti y que está presente en los grandes momentos de tu vida profesional. Recuerdo su presencia en mis oposiciones a catedrático de universidad, ella, sentada entre el público asistente, no faltó a ninguno de los ejercicios trasmitiéndome ánimo y alegrándose de mis resultados, sin más mérito por mi parte que haber sido un alumno suyo.
En los tiempos que corren perder un testimonio vivo de valores cristianos, puede parecer una tragedia, pero no es así, es todo lo contrario; su muerte es como la del grano de trigo germinará y dará a la vida el ciento por uno. De hecho su obra educativa perdurará porque procuró formar hombres y mujeres en la plenitud de ambos términos.