“Ya está aquí Juan Magaña”, es una frase que han repetido por igual políticos y empresarios de Almería. Si Magaña solicitaba una ayuda al Ayuntamiento no paraba hasta conseguirla y si era una empresa el éxito estaba asegurado. Todo era poco para sus niños del Surbús, ese club que fundó y enterró pasando más de 30 años de felicidad con unos jugadores a los que sacaba de la cuna. Juan Magaña nunca pedía nada para él. Vivía para los demás y nada le hacía tan feliz como esas tardes en las pistas polideportivas viendo crecer y mejorar técnicamente a unos jugadores tan pequeños a los que enseñaba el himno del Surbús nada más llegar porque: “el equipo del Surbús es un equipo feroz, feroz, feroz... Un modelo de club Magaña fundó el SALTÚA y pegaba carteles por los autobuses de Almería anunciando partidos de prebenjamín y benjamín. Las únicas categorías por las que trabajó. Iba de puerta en puerta buscando recursos económicos para que sus jugadores lo tuvieran todo: las mejores camisetas, el mayor equipamiento y un fin de fiesta como Dios manda con entrega de copas y medallas para todos. El Surbús llegó a disputar finales nacionales y ganó la Copa de Andalucía. Nada hacía más feliz a Magaña que aquellos viajes en el autobús cantando canciones con los niños tras un triunfo sonado. Con 8 y 10 años vestir la camiseta del Surbús se hizo algo muy grande en Almería gracias a la labor incansable de un presidente que supo rodearse de los mejores entrenadores. Siempre hablaba Magaña de Héctor Berenguel y Francisco como puntales de su modelo, de una filosofía de club que marcó época. Una bella persona Detrás del presidente del Surbús vivía un padres de 4 hijos y una mujer que formaba parte del club. Toda la familia Magaña se iba integrando y siempre con el debido respeto al presidente que era el que daba las órdenes e imponía una disciplina de club que saltaba a la vista. Magaña era seriedad y rigor. “Las cosas bien hechas” decía siempre a sus entrenadores y a los niños “siempre hay que darle cariño porque deben jugar para divertirse”, lo tenía claro. Magaña vivió más de 30 años con el Surbús y cuando se retiró le esperaba a traición una grave enfermedad que se lo ha llevado en tres meses. No se lo dijeron, pero lo sabía, y a su hijo David le hizo una promesa que no podrá cumplir: “el año que viene vamos a abonar a la mamá al Almería y nos vamos a ir los tres al Mediterráneo”. Porque Magaña era abonado de Tribuna y su pasión era rojiblanca. Su mujer me decía “míralo, está igual que siempre”, sí, con traje y corbata como tantas veces cuando llevaba al alcalde de Almería y al concejal de Deportes al cierre de la temporada para que dieran todo el realce al club que era su vida. Su viuda y sus hijos lo van a tener difícil sin, Juan, ya que era un líder. Un buen padre, buen marido, un ejemplo para aquellos que le rodeaban. Una bella persona como decimos en Almería. Todos eran sus niños Los futbolistas le respetaban mucho. El presidente Magaña se lo tomaba muy en serio. Las penas nunca llegaban al vestuario. Sabía dirigir con maestría. Organizar. Exigir. Competir. Ganar. Juan Magaña será el eterno presidente de muchos niños, hombres ya, que le paraban por la calle y le saludaban con infinito respeto y le agradecían aquellas temporadas (quizás las únicas) donde el fútbol les hizo tan felices. Conocía a todos por su nombre. Los padres le adoraban y confiaban lo mejor de sus casas al Surbús porque estaba Magaña al frente. Padre de cuatro hijos tuvo muchos más que iba llevando a casa para hacerlos futbolistas y educarlos como personas de bien. Los niños del Surbús siempre dejaban huella en la competición por su comportamiento y saben bien los padres que Magaña hizo mucho en la educación de sus pequeños. Algo tan importante que se ha convertido en el mejor legado de este presidente. Para Juan Magaña el Surbús era una familia y así hasta el último de sus días cuando sin tener equipos ya iba a echar una mano a su hijo mayor que le ha salido al padre formando equipos y entrenado a jugadores. Un sueño imposible Magaña no lo dejó ni por la edad ni por la enfermedad. El cáncer no fue capaz de asomarse al Magaña presidente y esperó a traición al Magaña hombre para atacarle sin piedad. El Magaña presidente no se fue de rositas del fútbol. Antes pidió a Luis Rogelio y a Juanjo Alonso “un campo para el Surbús”, pero no se lo dieron y se retiró con ese debe inalcanzable en su carrera. Magaña no ha sido el presidente del Real Madrid, no lo necesitaba. Hizo lo que quiso. Fundar y dar vida a su propio club y dotarlo de todo. Nunca le importó pedir para el Surbús. “Ya está aquí Magaña”, decían cuando le veían llegar.