In Memoriam a Carmina Leal Espinar

José Luis Galeotti López

  • La Voz
Agustín Belmonte Son ya demasiados –piensa uno, llegado a determinada edad– los amigos y familiares, todos ellos muy queridos, que han cruzado esa imprecisa raya entre la vida, bien tan preciado como lleno de acechanzas, y la muerte. Y son, en la mayoría de los casos, buenas personas. Decir de alguien en Almería que en vida fue buena persona es decir todo lo bueno que se puede decir en unas pocas palabras. Ser buena persona es lo mejor que se puede ser. A las buenas personas, he dicho alguna vez aquí, se les quiere sin recato, se les admira y se les recuerda. Es lo que pasa con José Luis Galetti López, de cuyo fallecimiento se cumplió ayer dos años. Hombre de su familia y su casa, vivió de forma sencilla y honesta, entregado durante más de cuarenta años a su oficio de cortador en la sastrería de los hermanos Molina, sita en los bajos de la Casa de las Mariposas, en la Puerta de Purchena, donde entró a trabajar siendo aún un niño. Hizo el servicio militar en Zaragoza, y gustaba decir que era de la misma quinta que el rey Juan Carlos, pues coincidieron más de una vez haciendo guardias o montando a caballo en el recinto de la Academia General Militar. Vuelto a su trabajo, se casó en 1965 con Francisca Ronda López, una muchacha sencilla de la Plaza de Pavía, su novia de siempre, y tuvieron tres hijos, Juani, José Luis y Paqui Trini, a los que criaron en su casa de la Calle de las Huérfanas. Así, de esa forma tan sumamente normalizada, es como hacen la historia y la biografía de las personas normales, esas que conocemos, que amamos o simplemente tratamos, todas las que pasan a nuestro lado sin estridencias ni grandes gestos porque nunca les han hecho falta. José Luis fue así, un hombre como tantos que construyó, a fuerza de trabajar en su oficio durante más de cuarenta años, el futuro de sus hijos, de su familia y de todo el país. Un país que, no estaría de más, debería recordar de vez en cuando a esa inmensa mayoría que vive, trabaja y construye sin estridencias, sin palabras grandilocuentes, sin grandes gestos. Descanse en paz José Luis Galetti López. Quienes lo conocimos no lo olvidamos.