Antonio Rebollo Bessières, español nacido en Larache en 1949, en pleno protectorado español de norte de Marruecos, hijo de un sevillano y de francesa, empresario, poeta, virgitano de adopción por su casamiento,…mi amigo, murió el pasado sábado día 20 de enero a la edad de 68 años, después de sufrir en los últimos meses una cruel enfermedad que le dejó postrado en cama, sin movilidad. Esta enfermedad es lo que finalmente le ha provocado la muerte, pero Antonio, Rebollo para todos, “disfrutaba” desde hace casi 30 años de una buena-mala salúd, desde que con 40, de pesca en una playa de Larache, una de sus aficiones favoritas, sufría un ataque cerebral que casi le cuesta la vida si no llega ser por la pronta intervención de su mujer que fletó una avioneta medicalizada que le trasladó hasta el Hospital Virgen del Rocío, de Sevilla. Fueron unos meses en coma y, finalmente, salió adelante. Pero ya nada fue como antes. La enfermedad, latente todos estos años, la misma que acabó prematuramente con su hermano, le impidió, a partir de entonces, trabajar. El que había sido director de una gran empresa en Larache, tuvo que trasladarse a Berja con su familia, su mujer y sus dos hijas. Conocí a Antonio hace casi 20 años cuando en la radio municipal de Berja hicimos un Curso, no recuerdo ahora que organismo lo promovía. Se apuntaron más de una decena de hombres y mujeres y entre ellos estaba Rebollo; ¡qué tipo más raro!, pensé cuando lo vi por primera vez. A partir de ahí comenzamos a hablar y nos caímos bien. Siempre, a lo largo de estos años, hemos hablado de todo un poco : vivencias personales, viajes (¿sabes que estuve en el Valle del Jerte y hay un pueblo que se llama Rebollar, ja, ja, ja,…!), literatura, música, familia, amigos, Berja, Marruecos…Hombre de gran cultura, buen humor (aunque para los que no lo conocían pareciera malhumorado), a veces sarcástico, socarrón, sensible, cálido,…Tenía un corazón que no le cabía en su pequeño cuerpo. Era de esas personas que, pese a no verlo en mucho tiempo, sabías que se iba a alegrar mucho de verte y de que todo te fuera bien. El Curso de Radio desembocó, que para eso era, en que sus participantes colaboraran haciendo programas en Radio Berja. Rebollo propuso un programa de poesía, el título refleja la personalidad de mi amigo, “¡Deja que mi voz te acaricie!”. Media hora semanal. ¿Los contenidos?, su producción poética y sus autores favoritos. Y es que Antonio escribía desde pequeño. En algunos juegos florales había participado en Larache me comentó una vez, obteniendo algún premio. A estos poemas, la mayoría incluidos más tarde, junto con otros en su libro “Nocturno para un Amanecer”, editado por el Ayuntamiento de Berja, que tuve la suerte de presentar en sociedad, se unieron otros nuevos e historias de personajes incalificables incluidos en sus relatos “Casimirita…” y “ La Mangurrina”. También tuve la oportunidad de acompañarlo cuando obtuvo el primer premio de poesía de Laujar de Andaráx, de lo que se sintió enormemente orgulloso ó en encuentros literarios del Centro Andalúz de las Letras con él de protagonista en Purchena ó Almería capital. En los últimos años, después de que despareciera su programa, seguimos en contacto, aunque no tan continuado. El aprovechó para unirse al Club de Lectura de la Biblioteca Municipal de Berja; “Si el verso es libre dejalo volar·, afirmaba. También nos veíamos algunos domingos por la mañana en la Plaza Porticada, desayunando, siempre me gustaba invitarle a algo y echar un rato de charla; “¿Cómo estás?, ¡a ver si te cuidas y deja ya de fumar!”. Sabía que estaba enfermo. Una de esas enfermedades malas, que dice la gente. Vi a su yerno y me comentó que había empezado el tratamiento. No quería molestar y pensé en llamarle por teléfono. Las ocupaciones me impidieron hacerlo. El domingo pasado acompañamos su cadáver en la Iglesia de la Anunciación y después hasta el cementerio municipal. Sentidas palabras del escritor Miguel Milán Salazar, en el camposanto, recordándolo. Amigo, con peor ó mejor fortuna, aquí tienes tu obituario. Me lo pediste hace unos años y yo, conociéndote, no me sorprendió la petición. Te echaremos de menos. Un fuerte abrazo allí donde estés.