En el estío de 1927 venía al mundo un niño cuya familia vivía a los pies de la Alcazaba. Agustín, niño de la guerra en Almería, vivió en primera persona acontecimientos que hoy son historia. Estaba frente al Cuartel Militar cuando un teniente de navío con diez marineros armados detuvo a Juan Huerta Topete, líder de la sublevación militar del 21 de julio de 1936 en Almería. En aquel tiempo, a diario Agustín corría con su primo Sebastián junto a un carrillo de tres ruedas de la Catedral al Puerto llevando las raciones a los funcionarios del mar. La Catedral, en palabras de Agustín “era la despensa de Almería”. Su padre quiso evacuarlo a Rusia pero su madre lo evitó y lo mandó con una hermana suya al benaducense barrio de El Chuche para salvarlo del peligro que suponían los bombardeos aéreos. Allí vivió junto a sus primos, todos en una cueva. La noche de Reyes de 1937 se escapó de su tía para venir a la capital a ver si le habían echado algo los Reyes. Al llegar a la Puerta de Purchena en la tienda de ropa de El León, cayó una bomba que si se adelanta un poco le pilla, fue cuestión de segundos. Saltó por encima de los escombros y los maderos y en la calle Mariana esquivó otra bomba. Vio como un muchacho con una lata de gasolina pegaba fuego a la puerta de la Iglesia de Santiago. Recordaba cómo se llevaron al Padre Luque y lo fusilaron. Narraba el bombardeo alemán y sus devastadoras consecuencias para Almería. Entre tanto horror, también conoció en El Chuche al anarquista Pedro Cruz que fue condenado a muerte por el franquismo. Narró cómo Rafael Barrera, comandante del acorazado Jaime I abandonó Almería en un vaporcito al que él mismo soltó las amarras en 1939. Cuarenta años después pudo reencontrarse con él por azar cuando estaba de vigilante en una caseta de la feria de Almería en el puerto. Pero antes de ello, en 1947 Agustín sirvió en la armada española durante la dictadura franquista en los últimos años de navegación del Cañonero Eduardo Dato. Tal fue su experiencia que se tatuó el barco en su brazo. En su periplo marítimo fue Mayordomo del Obispo que viajaba a bordo en una misión evangelizadora a Guinea Ecuatorial. Visitó Fernando Poo y convivió con aquella cultura colonial africana tan exótica para él y tan distinta de su Almería natal. Hoy películas como “Palmeras en la nieve” nos acercan a aquellas experiencias vitales vividas por Agustín Hernández Díaz. Testimonios En 2012, fruto del azar, arrancaba en el IES Albaida de Almería un proyecto educativo basado en la recopilación de testimonios orales de la guerra civil. Allí cursaba estudios el nieto de Agustín, Rafael Montesinos Hernández y decidió video-entrevistar a su abuelo. Agustín y su memoria de esta forma fueron inmortalizadas para siempre. Formó parte Agustín de aquel “I Encuentro de Testimonios de la guerra civil”. Desde entonces, jamás caería en el olvido, año tras año, encuentro tras encuentro las vivencias de Agustín han enriquecido a nuevas promociones de alumnos de Bachillerato. En abril, con motivo del “VII Encuentro de Testimonios: los niños de la guerra de España” iba a protagonizar una tertulia junto a Ana Pomares (niña de la desbandá) y Fran Martín, coordinador del proyecto. En la mañana del pasado sábado 24 de febrero Agustín fallecía a los 90 años de edad. El pasado domingo recibía sepultura acompañado de la bandera republicana como era su último deseo. A buen seguro, su memoria y su legado estarán muy presentes en esta edición. Desde este proyecto educativo nos sumamos en el dolor por esta gran pérdida.