¡Adiós Don José! O mejor dicho, adiós Pepe. Por que así lo conoce media Almeria. Pepe Bretones para ser más exactos. El practicante que durante más de medio siglo se recorrió las calles de la ciudad poniendo inyecciones y haciendo sus curas a domicilio. El que hacía que los niños le temieran cuando lo veían aparecer por casa, porque eso presagiaba lo que iba a venir después. O el que trabajó durante tantos años en ‘La Casa Socorro’, como él decía, o en su consulta del ambulatorio de la calle Gerona. Pero yo os voy a hablar del otro Pepe. De mi abuelo Pepe. Un hombre recto, muy familiar y con un punto de humor muy particular. Y es que ha sabido hacer y vivir como le ha dado la gana, porque ‘ca uno, es ca uno’, como él decía. Y eso, créanme, es de admirar en un mundo en el que estamos demasiado pendientes de lo que puedan pensar los demás. Son muchos recuerdos los que me quedo. De mi infancia, con él subido en su Golf rojo esperando mientras iba a hacer sus visitas a pacientes. ¡Dios mío qué calor pasaba! Me dejaba en el coche atascado con todo cerrado. Y por supuesto, el cinturón puesto aunque estuviera el coche parado. Me viene otro momento con él en las misas de San Pedro. En primera fila. Bueno no, segunda. Cantando las canciones de la misa como si fuera un obispo. Y ahí estaba yo todo orgulloso pensando, ‘mi abuelo se las sabe todas!’ A mi también me puso muchas inyecciones. Y me curó heridas, y puso puntos, etc, etc. No era yo un niño muy tranquilo la verdad. Pero aquello ya pasó a formar parte de la vida, y cuando venía el momento de la inyección, no me asustaba. Bueno, hoy le decimos adiós. O más bien, hasta luego, que suena mejor. Y no podía quedarme con las ganas de escribir unas pocas palabras. Porque si de algo estoy seguro, es de que es querido por todos cuanto lo conocen. Al menos así lo he vivido yo siempre. Seguiremos usando con coletillas, su ‘all right’ su ‘very gul’ y su ‘caca gul’. Y por supuesto seguiremos cantando su ‘Enjuagamelamacuiña’, en cumpleaños, navidades, fiestas y donde se presente. Muchos no sabrán de qué hablo. Pero otros muchos me entenderán perfectamente. Don José, ha sido un placer. Pero el verdadero placer es llevar el ‘Bretones’ de nombre, y con dos cojones, como tú decías.