Nuestra querida amiga Gloria:
Con el corazón y el espíritu más tranquilo y sosegado, te dedicamos estas letras no exentas de dolor por el hecho de tu partida, pero sí llenas de cariño y alegría por la paz y felicidad de la que gozas ya en plenitud. Hablar de ti es hablar de amor, servicio, entrega, paz, alegría, serenidad, honestidad, fidelidad, veracidad ..... en definitiva, de fe. Fe que recibiste en el seno de tu familia, sencilla pero de fuerte arraigo humano y espiritual; que desarrollaste en tu comunidad parroquial y que hiciste vida en todas las personas que tuvimos la dicha de cruzarnos en tu camino. Destacamos el cariño profundo que sentías y expresabas hacia tu propia familia, el alto aprecio en que tenías la amistad, la prontitud y gratuidad con la que atendías las diversas actividades de carácter humanitario, social o eclesial cuando se te solicitaba algún servicio. Esta misma fe, te ayudó a aceptar, con paz y serenidad, la realidad que te tocó vivir, derivada del frágil estado de salud física por el que pasaste, motivado por la enfermedad, porque siempre tuviste el convencimiento de saber de QUIEN te habías fiado.
Por lo que a nosotras respecta, fueron más de cincuenta años de amistad, de comunicación de vida y experiencias, por eso, sabemos de las virtudes y cualidades que cultivaste en grado sumo y que definieron la esencia de tu vida. De ti, también se puede decir que pasaste por el mundo haciendo el bien. Sin temor a equivocarnos, nos atrevemos a afirmar que hiciste del amor, la entrega y el servicio tu forma de ser y de estar en el mundo y en la Iglesia.
La Virgen del Mar se te acercó como Madre, el día de su fiesta, para abrazarte. Ella, a quién tanto visitaste en su Santuario, la Patrona de esta tierra que tanto amaste y a la que tantas veces contemplaste a su paso por las calles de nuestra ciudad, te envolvió en su manto de fina espuma y, como gaviota de finas alas, volaste con Ella, arropada en su manto y en su aroma, para presentarte ante su Hijo.
Sólo nos queda decirte GRACIAS por la gran lección de vida que nos has dado y por el extenso legado humano y espiritual que nos has dejado. Tu vida ha sido un testimonio que enorgullece y fortalece a cuántos hemos tenido la suerte de conocerte y compartir contigo largos años de vida. Nos esforzaremos por mantenerlo vivo activo y dinámico como ejemplo y testimonio para las generaciones venideras.
Nos sentimos orgullosas de haberte tenido como amiga. Diste la talla como mujer, esposa, madre, ciudadana y cristiana.
Con cariño y gratitud.
Tus amigas.