Me va a perdonar Juanjo, pero mi portero del Poli Almería era Andrés Cayuela. Como sé que no le molesta lo dejo escrito porque nos conocemos bien, somos hombres del fútbol como él decía.
No sé qué va a pasar ahora en El Zapillo, porque se están acabando los presidentes como él. No sabía nada de su enfermedad y cuando Simón me ha llamado no me lo podía creer. Tranquilos que los porteros como él, siendo además hombres que trabajaron en seguridad, tienen trabajo en el Cielo.
El Zapatones
Muchos niños del Zapillo Atlético no saben que su presidente fue un portero de mucho nivel. Uno de esos profesionales del balón que compaginaba trabajo y portería para llevar más dinero a casa.
Era Juanjo el portero de cabecera de Román y equipo donde firmaba allí estaba su meta de El Zapillo para parar lo que hiciera falta. Nos conocimos en 1983 cuando nacía el Poli Almería en su barrio de El Zapillo, en el Estadio de La Falange.
En la presentación con camiseta verde y pantalón negro estaba ‘El Zapatones’, como cariñosamente le llamaba Román. Juanjo fue el primer portero del Poli Almería y protagonista de los primeros ascensos del club que presidía Pepe Meca. Aquello queda muy lejos. Como mi mujer trabajaba fuimos a la presentación mi padre y yo. Luego hasta el día de hoy, amigos para siempre y de titular y de suplente siempre profesional.
Quiero que sepan las nuevas generaciones que antes los porteros no vivían solo del fútbol y costaba llegar a final de mes, porque las nóminas del balón tardaban en llegar y muchas veces ni cobrabas. Juanjo era el guarda de seguridad de la Bola Azul y era cruzar la puerta y allí estaba ayudando a los que llegaban desorientados buscando las Consultas Externas. Costaba hacerle un gol y más aún superarle en su profesión.
Señor presidente
Cuando el fútbol ya no daba para comer, Juanjo le devolvía todo lo que le dio cargando con la cruz de la presidencia de un club modesto: el de su barrio. Empezó con una directiva ilusionada y poco a poco se iba quedando solo, porque las nuevas generaciones no tenían ese gen que solo poseen los hombres del fútbol.
El Zapillo era su vida y hasta el último de sus días estuvo al pie del cañón para que los niños de su barrio siguieran defendiendo la camiseta roja y el pantalón azul.
No tendrán queja en el barrio de la gestión de un presidente que estaba para ayudar y aguantar sin límite toda la presión de un sillón que solo le daba trabajo y lo hacía con infinito cariño.
Yo era de Andrés Cayuela y Juanjo de LA VOZ y de la Cadena SER, uno de los fieles. Hice muchos kilómetros con el Poli para narrar sus paradas y hoy con infinito cariño les escribo estas líneas que van dedicadas para todos los zapilleros que lloran al ‘Zapatones’, a un presidente señor de los que ya no quedan.