A este paso, Juan, estoy por dejarme escrito el obituario por si las moscas, porque no veas el susto que me ha dado Alicia cuando ha exclamado que: “ha muerto Juanico el panadero”, me he levantado de mi sitio y he volado a edición con la esperanza de que fuera otro panadero pese a que el corazón me decía que solo hay un Juanico.
La Misa
Acabo de hablar con tu hijo Juan y me he acordado de la Misa de Juanito Rodríguez, tu cuñado, cuando me dijo tu hermano Alberto que no pudiste ir porque estabas cansado. me extrañó mucho que no estuvieras porque más cumplido que tú hay pocos en el mundo. Lo primero que se me ha venido a la cabeza ha sido escribirte con infinito cariño un obituario, Juan, pero a ti que tanto te gustaban los míos no se si te voy a corresponder porque exiges nivel y altura de pluma.
Ya me lo ha contado tu hijo todo, también he hablado con tu hija Ángeles. Me dicen que te gustó el obituario de Juanito Rodríguez como antes el de Taca y de tantos vecinos del barrio, nuestro barrio de Los Ángeles, Juan, tan grande y tan pequeño.
Ya se por qué no estabas en la Misa, yo sabía que algo gordo tendría que ser para que faltaras a ese momento final.
La Panadería
Siempre te recordaré camino del Colegio Virgen del Mar cargando la furgonetilla para repartir el pan. Tus barras iban acompañadas de una sonrisa que empezaba al alba cuando se levantan los panaderos. Tenías de tu padre el oficio y el cariño inmenso de tu madre. Juana la Panadera era una madre para todos los niños de las barandillas.
Ella con su libretilla apuntando y nosotros siempre con la mejor merienda creciendo sanos y fuertes.
Te vamos a echar de menos aquellos que pasábamos por la calle Inglés y mirábamos a la Panadería por si estaba todavía abierta. Un negocio que hacía colas, entró en su recta final hasta tu jubilación con los mismos azulejos, las mismas estanterías y esas roscas de aceite de los sábados que quitaban el ‘sentío’ viendo ‘Sesión de Tarde en la Primera de TVE.
Para muchos de tus vecinos cada día con la Panadería de Juana abierta era un soplo de vida. Una batalla ganada al progreso que solo tú supiste mantener con honor.
Dos barras
Espero que no se molesten tus hermanos cuando digo que eres el mejor. Todos los hijos de Juana son bellas personas y llevan un panadero dentro, pero Juanico no hay más que uno y te veo en la puerta de mi hermana Carmelín con dos barras en la mano y esa alegría que te daba ver al hijo de Carmela (locutor de radio) con la de bollos de chocolate que le has metido en el cuerpo. Te acuerdas cuando me aboné todos los jueves a ir a por una barra de pan. Lo hacía por entrar en la Panadería de Juana y recordar los tiempos de la infancia.
Hoy, escribiendo para ti a una hora de conocer tu muerte me vienen tantos recuerdos que no se por donde empezar.
No somos nadie, Juan, el otro día Juanito Rodríguez, ahora tú y como me descuide nos vemos en el cielo un día de estos. Dos barras y una sonrisa de Juanico no tienen precio.
Los obituarios
Me suele pasar cuando escribo. Voy para 36 años haciendo información deportiva y la gente me para por la calle y me comenta el obituario del ‘Pichatrapo’, el de Pepe Guijaro, el de Mercedes la vecina o el de Mari Trini.
Con razón decía mi padrino que elegí mal haciendo una carrera de ciencias cuando lo mío era más de letras.
Mira Juan, sería incapaz de escribir esto sin sentirlo, sin el nudo en la garganta que siento ahora, sin esas lágrimas que derramé cuando le escribí a una madre de 33 años que dejaba dos niños.
En el fondo lo que siempre me ha importado es la persona por encima de todo y esto lo hemos aprendido en el barrio. Esa sencillez de nuestras gentes nos impregnan para siempre. No se si te va a gustar este obituario, Juan, porque me consta que algunos los has leído varias veces.
Orgullo de barrio
Los Ángeles es tan grande que cabe en una mano. Hay gentes de todos los pueblos y de muchos países pero los guardianes de una filosofía, de una forma de vivir, son sus vecinos y sus comercios. No se entiende un Barrio de Los Ángeles sin la Ferretería Zapata, la Panadería de Juana, el Bar Mari Leo o la Bodega El Toboso. Nada sería igual sin ellos, pero todo cambia.
Necesitamos tú y yo el barrio como el oxígeno. Mira, ayer que era sábado, el único que he librado de todo 2019 voy y me planto en la Iglesia de San Ildefonso y escucho la Misa de las 7 de la tarde. Porque esa y la del Barrio alto fueron nuestras primeras iglesias.
Te vas con 70 años y tantas cosas por hacer que... pero mira el lado positivo porque la alegría que le has dado a tus padres en el cielo es inmensa.
Esto no se puede acabar aquí. Tiene que haber un lugar para volver a vernos y seguir disfrutando de esa sonrisa puesta desde el alba.