Pensaba que ibas a ser eterna.
Recuerdo una vez, de pequeña, que te llamé llorando en un momento de ofensa e indignación, porque algún equivocado me dijo que las mujeres no habían podido ir a la ‘mili’ porque eran, y son, demasiado sensibles y delicadas. En esa llamada me dijiste que no hiciese caso de aquello, que cuando fuese más mayor, entendería por mí misma por qué ese comentario no llevaba razón. Y ¡qué razón tenías! Porque a día de hoy, siendo un poco más madura y habiendo escuchado tus mil anécdotas y vivencias, invito a todos los equivocados que así opinen, a escuchar tu historia. Y te pongo de ejemplo Pepa, y es que, en una época en la que las mujeres se encontraban limitadas en la mayoría de los ámbitos, tú, estando sola, supiste trabajar y tener la fortaleza para afrontar las adversidades, para sacar adelante a tu familia, a tus tres hijos y ayudarles a ser lo que a día de hoy son.
Gracias Pepa por insistir en que tu familia esté unida, en cuidar de tus amistades hasta el último día, en enseñarnos lo que es la vitalidad y la generosidad. Por ser uno de mis ejemplos a seguir, por ser una mujer fuerte y luchadora. Por eso y más, siempre serás eterna.
Te quiere, Marta