A María Garrido López;
Hoy me despido de ti, de ese semblante apacible y sacrificado, de un corazón enorme, que ha llenado siempre el vacío de quien tanto te ha necesitado siempre, ya lo sabes, de mi madre.
Hoy me despido de “mi abuela”, que aunque no lo es en consanguiniedad, lo es en mi corazón, porque ha querido con delirio a mi madre como una autentica madre supliendo a la que tanto le falló.
Hoy me despido de ti, con una profunda tristeza, porque cuando pase por tu calle seré consciente de que ya no estas allí, en tu sillón, siempre con tus buenos deseos y tus lagrimas por el que se fue antes de lo debido.
Hoy me despido de ti, donde quiera que estés encontraras la felicidad que te faltaba, espero que estés ahora plenamente feliz con los seres queridos que habías perdido.
Cuando era niña, iba mucho a verte con “tu Carmela”, me llamaba muchísimo la atención ese cuadro que tenías en el salón, tan majestuoso y las redes del tito Antonio en el patio de la casa.
Hoy me despido de ti, honrada, integra, entregada, e infinitamente rica en los principios que nos dan la valía como persona en la vida.
Se ha marchado, María Garrido López, la hermana de mi abuelo Felipe, “ la tita María”, y le ha dejado una herencia incalculable a nuestra familia, su honradez, su entrega desmedida, su amor de verdad, eso es lo que sentiremos cuando nos acordemos de ti.
Te pido una última cosa, se que si hay un cielo, tu estarás en el, se que si puedes mediar desde allí para cuidar de nosotros lo harás, así que hoy esta familia en la que por supuesto me incluyo, tenemos un ángel en el cielo yo rezare por ti siempre.
Gracias por todo lo que nos has dado, gracias por cuidar de mi madre.
Te quiero infinito.