Siempre estabas ahí, nada se te hacía grande

Tu familia

Juan Antonio Gabín González

  • La Voz

Mi amado hermano contigo se ha ido una parte de tus hermanas, esposa hijos nietos y tú madre y el resto de tu familia. Nos ha roto el corazón y el alma. Has dejado un legado muy grande. Has sido un buen esposo. Un gran hijo. Un gran padre y un gran abuelo. Cuándo le diagnosticaron al papá el Alzheimer ahí estabas tu,cuidandole y dándole todo tu amor. A los pocos meses te diagnosticaron a ti el cáncer y ahí estabas tu siguiendo y cuidando al papá. En el barrio de Torrecardenas donde has vivido más de 30 años hiciste grandes amigos. Todo el barrio te quería, igualmente en el barrio de Pescadería todos los pescadores te adoraban. !Cómo no te iban a querer¡ Si lo dabas todo a cambio de nada. ¡Cuántos kilómetros y mares has recurrido para ayudar a la mamá y al papá y a tus hermanos y tus padres a ti. Y cuantas madrugadas junto a tu hermano junto a mamá y papá repartiendo periódicos siendo un niño. Y tu hermano y yo cuántos años nos hemos tirado vendiendo en la calle pasando frío y calor. Hasta estando tu malo bajabas todos los sábados por la mañana para ayudarme a abrir el quiosco para no dejarme sola. Siempre estabas ahí nada se te hacía grande.  Como has criado a tus nietos como si fueran tus hijos. Hermano te amo. Aún no asimilo tu partida pero me consuela tener tus recuerdos impregnados en mi alma. Tus alas ya estaban para volar pero mi corazón nunca estuvo listo para verte partir. Quererte ha sido fácil olvidarte imprescriptible. Dios ha querido llevarte para unirte con el papá y en el cielo ya tengo dos Ángeles y dos estrellas que nunca se apagaran. Tu familia nunca te olvidará cuida de nosotros desde donde estés. Toda tu familia te llevaremos en nuestras almas y corazones. Te queremos por y para siempre. 


Tu esposa, te conocí con 12 años y estuvimos casados 38 años. Hemos estado juntos 41 años. Te has llevado parte de mi vida te quería y te quiero y por desgracia no he podido dar más vida porque nadie en esta vida ha podido hacerlo.


Tu madre, hijo mío la primera vez te pude salvar la vida, pero esta vez ha sido imposible. Te has ido, pero te has quedado en mí cuerpo en mi alma y en mi corazón. Jamás te voy a olvidar ni después de muerta. Yo rezo todas las noches para que estés a la diestra de Dios Padre.