Nicolás Uclés Belmonte estudió en el Colegio Nacional ‘Caudillo Franco’ y era por encima de todo un hombre católico, apostólico y romano. Hasta el final de sus días en la Iglesia de San Pío X ayudando a sus vecinos. Se ha marchado a los 68 años cuando nunca pensó en morirse. Sus hijos no sabían si prefería el entierro o la incineración. Nicolás Uclés era un militar por fuera y un niño por dentro.
En calle 6 fila 1 Éramos pocos y hacía calor. Nos perdimos por el cementerio hasta que encontramos tu nicho a pie de tierra, que seguro te va a gustar, ya que siempre tuviste los pies en el suelo. Dos empleados han introducido el féretro con los pies por delante y en el Tanatorio. Genio y figura. Encima del ataúd tu foto con pose militar.
Alguien que no conozco acaba de preguntar, “¿dónde está la corona de la RFAF?”, lo ha dicho dos veces porque sabe que lo iba a escribir. Siempre a la orden, ‘Caudillo’. Tus hijos y tu mujer han estado allí. Yo te visitaré porque está muy cerca de mis abuelos y de mi padre. Por cierto, la primera corona en su funeral vino de la Calle Reyes Católicos y la enviaba la FAF que presidía Nicolás Uclés.
Bolas de chicle Nunca nos llamamos amigos, pero hemos llorado dos veces abrazados. Una cuando enterramos a tu hermano menor y otra en los juzgados cuando un Guardia Civil nos dejó fundirnos antes de entrar a declarar antes el juez Durbán. “¡Tony, dónde está mi gente!”. Pero de eso no quiero hablar por mucho que me haya contado Nicolás.
Quiero decirles que fue José Miguel Fernández el que nos presentó y hasta el último de sus días hemos estado muy unidos. Los dos con un profundo sentido del deber (militar) y muy nacionales. Pero nada de política. El día que subí las empinadas escaleras de la Federación en la calle Reyes Católicos estaba en su despacho Paco el fotógrafo, que pedía explicaciones sobre una imagen que no era la deseada. Imponía ver la bandera de España, de Andalucía y de Almería con un crucifijo en el centro de la mesa. Para verlo antes había que mirar a Dios. Perdón.
Metió una peseta en una máquina de bolas de chicle y me la ofreció. Ni respiré y a la entrevista. Luego le hice una infinidad de ellas.
Himno de España En 1983 nadie se atrevería a llamar Caudillo a nadie, pero salió sin darnos cuenta. Me enseñó una foto con pose militar y le dije “eres entero al Caudillo Franco”. Cuando pensaba que me mandaría a hacer puñetas noté que le gustó, y hasta el día de hoy.
Por su despacho pasaba casi todos los jueves. Las bolas de chicle las pagaba él y se las iba dando a mis hijos, Copy, Carlos y María, esta última le llamaba el Tito Nicolás. Qué tiempos tan felices Caudillo.
Una FAF social A las Asambleas de la Federación iba toda la ‘jet set’ de Almería y desde la de 1986 hasta 2009 creo que las presenté todas. El teléfono de Nicolás Uclés era atendido por autoridades civiles y militares y el fútbol le respetaba por saber beber de sus maestros y expandirlo como nadie. Creo que todo lo que hoy tenemos se lo debemos. Tuvo arrestos para no matar al Polideportivo Almería y se colocó segundo de Andalucía, haciendo sombra al presidente Herrera. Quizá ese fue su gran error.
Su Chiquitilla No hubo Navidad desde aquella de 1986 que no le llevara su ‘regalico’, lo que más le gustaba era el libro de Eduardo del Pino y cosas de Almería. Pero en los tiempos más duros de su vida Dios nos regaló unas largas tardes en el Palacio Mediterráneo con nuestros nuevos tesoros. “Mi Chiquitilla me tiene loco... Hay que ver lo bien que juega Mariquilla al voleibol”.
Su nieta y mi hija en la pista y nosotros hablando “del daño que me han hecho”. Claro que Nicolás me lo contó todo, pero eso es secreto de confesión.