Querido Tío Alfonso,
Hoy hace ya un mes que nos dejaste. Lo hiciste con la misma generosidad que ha guiado tu vida y que tanto has volcado en todo y, especialmente, en tu familia. Una generosidad vivida hasta el último momento, que te llevó a darnos un último regalo y permitirnos despedirnos de ti, a esperarnos para que pudiéramos recibir de esos ojos color del mar una última mirada cargada de cariño. Y desde entonces nos acompaña a todos tus sobrinos la idea, la convicción, de lo tremendamente afortunados que hemos sido de que fueras nuestro tío. Qué suerte hemos tenido.
Los periódicos recordaron tus vivencias profesionales. Como director de la Marina Mercante y como diputado por Almería. Una tierra en la que no habías nacido pero que, como es aquí tan frecuente, te atrapó desde que llegaste con apenas 15 años. No dudaste en luchar por ella en los albores de la democracia, representando de la mano de Adolfo Suárez el espíritu de la Transición al que hoy miramos con envidia, incluso en momentos tan difíciles como el 23F. Y luego volviste a hacer gala de tu generosidad y, cuando llegó el momento, diste un paso al lado.
Pero en los grupos de WhastApp de tus sobrinos se recordaron otras historias muy distintas. Las que de verdad han dejado huella en todos nosotros. Tus continuas invitaciones, al cine, de excursión, a navegar, a tomar churros en el Coimbra, a compartir unas tapas en el Puga, el Sacromonte o el Quinto Toro.
Tu casa, siempre con las puertas abiertas, y las veladas de fútbol y de risas en las que acabábamos con un billete en el bolsillo (a menudo partido en dos partes que luego debíamos juntar con fixo, únicamente para hacernos rabiar).
El día que me llevaste, siendo yo adolescente, a una tienda de ropa en el Paseo y me dijiste con una inmensa sonrisa que podía comprar todo lo que quisiera. El enorme orgullo que te henchía al hablar de tus cinco nietos, de tu nuera y tu yerno y de tus hijos, Alfonso y Mercedes, a los que, también llevado por tu generosidad, dejaste marchar a Madrid.
Incluso tu firme carácter, propio del capitán del barco, que siendo pequeños nos hacía temer un poco a tus enfados. Especialmente si perdía el Real Madrid.
Siempre con tanto cariño. Atento a todos, llevando el timón con la mejor jefa de cubierta que podías tener, la tía Yeyes. Tanto os habéis cuidado, admirado y completado que habéis sido un ejemplo para nosotros.
También para todos los almerienses, por tu educación y respeto, tu honestidad y lealtad, que te han hecho ser reconocido en todas partes como un señor (es lo que más nos dicen estos días). Y como católico convencido, apoyo de las hermandades almerienses, donde vivías tu fe con la misma discreción que el resto de las cosas en las que creías.
Quererse es compartir. Cuanto más compartimos, más queremos. Contigo hemos compartido casi todo: valores, principios, ilusiones, proyectos… Te hemos tenido siempre como amigo, como segundo padre o segundo abuelo, incluso bisabuelo.
Qué suerte hemos tenido tío Alfonso. Gracias de parte de tus sobrinos.
Su familia quiere agradecer las condolencias y muestras de cariño recibidas estos días e informa de que el próximo sábado 4 de julio se celebrará una misa funeral por su alma en la iglesia de San José Obrero a las 13 horas.