Quiso que Garrucha renovara su slogan de Garrucha, sol y gambas por el suyo La dicha es mucha Garrucha. El padre de la literatura de viajes en español Javier Martínez Reverte, Javier Reverte (Madrid, 1944), era un defensor de Garrucha, villa a la que acudía cada verano y disfrutó del Mediterráneo desde su atalaya, piso, en las inmediaciones de la actual Jijonenca. Al autor de Trilogía de África, entre otras obras, lo veníamos siguiendo desde la Cadena SER y cuando la ocasión se presentaba ahí ofrecía argumentos para visitar Cabo de Gata. O cuando vino a Huércal Overa en abril de 2014 con No es un día cualquiera, programa de Pepa Fernández y el exdirector de LA VOZ DE ALMERÍA, Carlos Santos. Reverte firmó también obras como En Mares Salvajes, Corazón de Ulises, El Río de la Luz, Canta Irlanda o Un Verano Chino. Hijo de periodista, suprimió su primer apellido como escritor para diferenciarse de su hermano, otro gran periodista como Jorge M. Reverte, referente en España de la crónica política con un humor incorruptible y pareja de la veraz Mercedes Fonseca, exdirectora de Canal Sur Radio y Televisión en Madrid, el infatigable viajero trabajó más de tres décadas como periodista. Fue corresponsal de prensa en Londres (1971-1973), París (1973-1977) y Lisboa (1978) y como enviado especial en numerosos países. Ejerció de articulista, cronista político, entrevistador, editorialista, reportero del programa En Portada de TVE y subdirector del diario Pueblo.
Autor de El ojo sentimental, reiteramos que la vida de los pescadores y de Garrucha estuvo siempre presente con su dominio del lenguaje. La memoria la conservan desde El Almejero, punto de encuentro con Manu Leguineche o con el tio Miguel “el Pelailla” que en más de una ocasión elaboraba el ajo blanco de mortero. Al restaurante garruchero lo calificó como el mejor del Mediterráneo, donde los libros de los Reverte están dedicados. Los hermanos llegaron a Garrucha cuando eran unos niños, gracias a la OJE franquista que les enseñó el deporte de la pesca submarina. Desde esa niñez como antes hicieron los Madariaga, o los Garrigues Walker, Garrucha como diría Manolo León, siempre permaneció en el corazón. Reverte escribió para El País: “… Se llama Garrucha, quizás porque hace cosa de un siglo había aquí un pozo con su polea correspondiente para sacar agua. Pero a ningún garruchero parece importarle demasiado eso de los orígenes. Les gusta más su eslogan para turistas, que inventó un alcalde de dudoso ingenio: Garrucha, sol y gambas. Llevo años proponiendo a los sucesivos ayuntamientos un lema mucho mejor: La dicha es mucha en Garrucha. Pero nadie me hace ni puñetero caso…”
Para el exdirector de El País, Joaquín Estefania, el viajero con alma murió defendiendo una causa justa que los escritores puedan cobrar pensión y seguir escribiendo.