Muy buen profesional y mejor persona

Tomás Ruiz

Antonio Rodríguez Lozano

  • La Voz

Que razón tiene esa letra de una sevillana cuando hace alusión a que ‘algo se muere en el alma cuando un amigo se va’. Y si, algo se nos ha muerto en el alma a muchos compañeros de Antonio Rodríguez Lozano cuando recibimos la noticia de su fallecimiento el martes a los 65 años, después de luchar un poco tiempo con una terrible enfermedad que da miedo hasta nombrarla. 


En el 2015 se jubilaba en el IES Mediterráneo de Garrucha y con una perspectiva interesante de futuro tras esa jubilación, que apenas ha podido gozar cinco años. 


Hijo del que fuera médico de Garrucha, José Rodríguez, se licenció en Filología Inglesa y el grueso de su docencia lo desarrolló entre los IES Alyanub, de Vera, y Mediterráneo, de Garrucha. Aún recuerdo cuando me dijo, en una de las tantas conversaciones que teníamos, “Tomás, ¿tú crees que estaré a gusto en el instituto de Garrucha es que quiero pedirlo en el concurso de traslados”; mi respuesta fue que el ambiente desde que pusimos en marcha dicho IES en septiembre de 2003, y hasta ese momento, era como de una familia grande con un ambiente extraordinario, acogedor y dando cada cual lo mejor de sí mismo para el alumnado, y siempre con muy buen talante entre los docentes de esa época. Pidió en el concurso y se vino a Garrucha, incorporándose a ese ambiente, que enseguida vio que era como yo le había transmitido. Y si algún momento no era como él esperaba o se merecía, ahí estábamos los compañeros para lo que necesitase, como él hacía con nosotros.


Vivió muy buenos momentos con muchos compañeros, que departamento de Inglés más encantador formaba con sus compañeros, y él colaboró bastante en todo ello porque Antonio era un gran profesional, formal, atento, servicial, con un talante extraordinario de conciliación, magnífico compañero para lo que necesitásemos, y esto no lo digo por aquello de líbrate del día de las alabanzas, muy al contrario, todo ello y más era el bueno de Antonio, ‘nuestro Antonio’, como le decíamos muchos de los que hemos tenido la suerte de compartir docencia con él. 


Cuantos proyectos en el tintero, cuantos momentos no vivirá ya con su hijo, ahora que tenía todo el tiempo del mundo para ello. ¿Como pueden tener consuelo su madre, con más de 90 años, o su apenada esposa, Cecilia, una extraordinaria mujer y compañera de profesión también? 


Estoy convencido de que está experimentando ya la Resurrección en Cristo y que lo tendrá en el mejor lugar posible, no en vano siempre ha sido y es una familia muy creyente.  


Amigo Antonio, descansa en Paz e intentaremos seguir uno de tus últimos consejos en las puertas de tu adiós, “No enfadaros por cosas vanas, disfrutad mucho de vuestros hijos y darle importancia a las cosas realmente importantes que la vida se pasa en un tris”.