Adiós a Juanito Alarcón, el chófer de Felipe González

Juanito Alarcón

  • Antonio Torres

Juanito Alarcón, Luis Juan Alarcón (Alcalá de Guadaíra, Sevilla, 1944), padre de Juan y Daniel, conocido por miles de personas como el amigo personal y chófer de Felipe González, desde la clandestinidad, haciendo fotocopias en el negocio de su padre, hasta que este llegó al poder. 


Fue un referente de los anónimos ciudadanos que se jugaron la vida para que hubiera libertad. Entonces Juanito siguió con su trabajo sencillo y rechazó cualquier cargo. En entrevistas televisivas y medios nacionales, siempre Felipe lo ponía como ejemplo de humildad, sentido del humor y no querer ningún puesto político.  Cientos de periodistas lo conocía como la persona que en 1984 comenzó a poner la infraestructura de la delegación de El País en Andalucía. Periódico que me fichó para trabajar en el periodo 1984-1989, por lo que conocía a Alarcón que me aguantó tomando nota de mis crónicas o llamadas telefónicas, junto al primer delegado Alfredo Relaño con el que ayer hablamos, el añorado Sebastián García Casado o Fernando Orgambides. Pablo Juliá, Carlos Funcia, Alfredo Valenzuela, Juan Méndez, Enrique Chueca o el actual director de Diario de Sevilla José Antonio Carrizosa, entre otros. Todos los elogios que le han trazado desde el gran Juan Cruz en la Cadena SER o este periodista cuando se nos ha ido, les puedo asegurar desde esta paginas que en vida fueron los mismos elogios su humor fino, inteligente. 


Jamás dijo que era amigo personal de Felipe González y mira que una tarde me invitó a tomar café en casa, rompiendo el tópico de que los sevillanos no te ofrecen su caso, aunque yo le sacaba el tema de los mítines de Felipe en Almería o las vacaciones de Julio Feo o Alfonso Guerra en Mojácar. Creo que le caí muy bien, aunque siempre me daba la tabarra con “Almería, tierra de moscas en el camping de Aguadulce o colchones y basura en la Rambla de Belén”. “Oye máquina, Almería se ha transformado con la ordenación de la Rambla y se ve una ciudad limpia. Ya no sois unos guarros”.


Acompañó a Felipe González en 1977 al palco del Vicente Calderón a la final de la primera Copa del Rey que ganó el Real Betis. Alguien lo reconoció en el palco y empezó a gritarle “¡Juan, Juan!” Era un paisano de Alcalá.