Era 1988. En el Teatro Cervantes se celebraba el Festival Internacional de Jazz de Almería con la actuación del baterista Art Blakey. Como teloneros de la figura estadounidense subieron al escenario en distintas formaciones los miembros del Taller de Músicos de Jazz de Almería, para dar a conocer esta nueva y gran agrupación jazzística. Yo fui espectador de esa actuación y me hizo gracia la actitud de Paco Campos sobre las tablas. Una actuación muy simpática. Me quedé con su cara porque hacía solos de saxofón, cantaba y era el protagonista del grupo.
Paco comenzó en la música en los años sesenta con los Ruthy Jazz. El pianista de este conjunto, Luis García Escobar, que es también otro personaje simpático, presentaba como cantante ocasional a Paco Campos: “¡Un artista francés con el seudónimo de François les Champs!”, gritaba en el Casino de Dalías. Paco cantaba boogie, twist y blues, y con treinta años ya era un músico muy aficionado al jazz, que se compró un saxofón y se puso a estudiar solfeo y a tocar el saxo. Unos días después de aquel Festival Internacional del 88 lo vi en la cafetería Niza tomándose una cerveza con su mujer. Me acerqué y le dije: “Mire señor Campos, el otro día vi su actuación en el Cervantes y me gustó mucho lo que hicieron, y me lo pasé muy bien”. Él me dijo que tenían el taller en la avenida de Montserrat, junto a La Voz de Almería, donde se reunían los músicos. “Pásate que estamos dos días a la semana, nos conoces y ves lo que hacemos”, me invitó. Yo era muy joven y entonces tocaba el piano en mi casa. Mientras este colectivo estuvo en activo yo acudía a los ensayos y me hice amigo de ellos; sobre todo de Paco Campos. Memorables son las actuaciones de la Bulla Blues Band y el Colectivo Projazz en locales como Turandot y La Tortuga, en El Zapillo.
Tras la desaparición del Taller de Jazz Paco y yo formamos un dúo y actuamos en Port of Spain durante doce años. A este proyecto se sumaron el bajista Juanjo Muñoz y Gabi Quero, con el nombre de American Jazz Clasic. Paco era un showman. Los blues eran su debilidad desde muy joven; tenía una chispa irónica y natural muy acentuada al interpretarlos. Cantaba sus números imitando a Louis Armstrong perfectamente porque era su ídolo, junto a Ray Charles.
Aparte de que era un hombre bastante culto, era muy buen conversador y tenía un sentido del humor estupendo, muy acentuado. Se podía hablar de todo con él. De cine, de música, de política y literatura. Me alegro mucho de haber hablado con él por teléfono hace veinte días. No podría imaginar que sería la última vez.
Lo voy a echar de menos porque realmente fue quien me dio la oportunidad de tocar por primera vez en directo. Al dolor por su pérdida quiero sumar los sentimientos de los músicos Luis García Escobar, Juanjo Muñoz, Fafi Molina, Gabriel Quero, Curro Rubio y Chipo Martínez. Los scat improvisados de Paco permanecerán en nuestra memoria y en la de los que tuvieron la suerte de disfrutar de su sonrisa de artista del blues, y de su gran pasión por la música.