Adiós a Juana Cortés Fernández, para todos, Juana la Tinta, a sus 94 años, ahí es nada, toda una institución en la localidad de Garrucha, por ella y por la saga de descendientes que ha dejado tras de sí, 8 hijos, 20 nietos, 35 bisnietos y 2 tataranietos.
De parte de su gran historia ha dado buena cuenta Manolo León en su magnífico obituario en las páginas de este diario. Yo, por mi parte, quiero homenajear a esa gran mujer desde el punto de vista del trato con sus hijos, con muchas e interesantes conversaciones con ellos, y sobre todo con el trato diario con varios de sus nietos y bisnietos, que tanto los he podido conocer y tratar en los distintos centros educativos de la localidad o en actividades en las que han participado conmigo.
Ahora me explico el porqué de esa bondad y ese carácter tan afable de ellos, y es que de una magnífica mujer, bondadosa, trabajadora, servicial y con mucha simpatía, sus descendientes tenían que participar de esas cualidades. Toda su descendencia es, por ello, muy querida y apreciada en el pueblo.
Que buenos ratos charlando con sus hijos Juan José y Luís, con éste departiendo los triunfos o fracasos del Real Madrid y con el primero, de cualquier tema que se tercie, cada vez que nos encontramos se nos nota la alegría de vernos y de charlar un rato con esa simpatía que les caracteriza.
Y qué decir de algunos nietos como Luís, Juana, Mariana, el gran Cheito y muchos más, a todos los aprecio muchísimo, con los que hemos compartido muchos ratos de deporte conviviendo momentos entrañables que no se olvidan y siempre con un comportamiento ejemplar, un respeto y una educación exquisitos, un encanto poder participar con ellos en todos esos momentos. Y es que, claro, si una madre o abuela era así, pues sus descendientes, como antes he explicado, tenían que ser de esa manera.
Juana se ha ido muy tranquila y satisfecha de ver esa descendencia con todas esas buenas cualidades y ver la formalidad de esa dinastía de los Tintos, una familia encantadora y entrañable de nuestra querida Garrucha. Adiós a una mujer ejemplar que ha dejado una gran estela en su paso por la vida, ahora le queda descansar en Paz en el mejor sitio, porque seguro que está experimentando ese lugar de las buenas personas de verdad.
Hasta siempre, estimada Juana, La Cimbra, tu querida Cimbra, llora tu ausencia, has sido todo alegría y tu casa, ese lugar de reunión en las fiestas, pero seguiremos gozándote a través de tus hijos, nietos, bisnietos y tataranietos.