Decía San Juan de la Cruz que al atardecer de esta vida seremos examinados en el amor. Mi amigo Jesús Martínez acaba de pasar por esa prueba, y no me cabe en la cabeza otra idea que la de que haya recibido una calificación de “cum laude” en semejante examen. Porque Jesús ha sido ante todo un hombre bueno, que ha pasado por la vida haciendo el bien, como los Evangelios dicen de Jesús de Nazaret.
Los que hemos tenido la suerte y el honor de conocerle, tratarle y compartir con él algunas de sus inquietudes, somos conscientes de la profunda pasión con la que ha vivido sus amores y sus intereses. En primer lugar su mujer, los tres hijos que le dio y los nietos que llegaron después. Su concepto de la familia no le permitía otra cosa que una entrega absoluta, anteponiéndola a sus demás intereses, que han sido muchos e intensos, para completar con ellos una vida plena y satisfactoria.
Después de la familia, en sentido amplio (lo que nos incluye a sus muchos amigos) su pasión dominante ha sido Almería, esta tierra que llevamos metida en el alma todos los almerienses de nacimiento y de adopción. Evocaba con nostalgia sus recuerdos de infancia, adolescencia y madurez, poniéndolos por escrito para perpetuar su memoria con un estilo desenfadado y divertido. Ahí están sus artículos sobre las tapas perdidas o sobre nuestras costumbres y tradiciones más arraigadas. Recordaba con ternura sus años de docencia en la Salle y a los niños a los que enseñó las primeras letras, antes de pasarse al mundo del comercio, en el que veló por mejorar los sueños de varias generaciones de almerienses.
Ese esfuerzo de memoria ha sido constante en su vida, volcándose en un cuidadoso almacenamiento de juguetes, publicaciones, imágenes…, ordenados con precisión y con mimo exquisitos, admirables para los que los hemos conocido. Especialmente impresionante es su colección de sellos, que enseñó en algunas exposiciones como la todavía reciente sobre el ferrocarril (más reciente aún la del Tren en el Cómic), y la de la Sanidad en la Filatelia que estaba preparando con el apadrinamiento del Colegio de Médicos, y con la misma ilusión con la que emprendía todo. Como vicepresidente de la Asociación Filatélica gestionó la publicación de varios sellos sobre temas almerienses, el último sobre la Estación con ocasión de su centenario.
Precisamente su faceta pública más conocida ha sido su dedicación al mundo ferroviario, por el que sentía una atracción especial desde su infancia. Es bien conocida su labor en ASAFAL, la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Almería, que presidió desde su constitución hace ya 23 años. Es imposible resumir esa labor en el corto espacio de este artículo, pero baste decir que ha estado presente en todas las iniciativas relacionadas con el pasado, el presente y el futuro del ferrocarril, iluminando con su lucidez las numerosas y continuas polémicas que sufrimos en este tema. Con la convicción de que es el sistema de transporte más eficiente, y que de su desarrollo en nuestra provincia (a nivel local, regional e interurbano) depende nuestra estabilidad y nuestra proyección en todos los ámbitos.
Jesús, quiero desde aquí darte las gracias por todo lo que hemos recibido de ti, y todo lo que hemos aprendido a tu lado, queriéndonos mucho, porque compartir es la única forma de quererse. Y enviarle un fuerte abrazo a tu Paqui, con el consuelo de que te volveremos a encontrar en breve, y de que hasta entonces permaneceremos fieles al recuerdo de la honestidad y la lealtad con la que has vivido.