Esta tarde no te voy a ver. Volveré a pasar por la puerta de Manolo ‘El Peluquero’ y no me vas a saludar. Llevaré sobre la espalda a tu amiguita María (mi niña) tomada a ‘coscos’, pero ya no estarás. Tantos jueves, tantas tardes, y tantos saludos en el Paseo de Almería, tu hábitat natural tirando del carrito de la nieta. No se van a apañar sin ti en la peluquería y te van a echar mucho de menos en el Pavía al que dedicaste tus últimos sabios consejos futbolísticos. Te has marchado sin cumplir uno de tus sueños, ser comentarista de la Cadena SER, pero ya te expliqué que al ritmo del Carrusel a veces no cabe ni la publicidad. Hoy pasaré por la puerta de la peluquería con mi hija María y te voy a recordar con el mismo cariño de nuestros primeros encuentros cuando eras el entrenador del Atlético Macael.
Porque sólo tú y yo sabemos que cuando trabajabas en el mármol (como tú decías) un buen día vino al mundo por adelantado mi hija mayor, Copi, en plena Navidad de 1985. Y tú fuiste el único que descolgó el teléfono para atender a un padre desesperado que se escapó de Torrecárdenas para cumplir con los oyentes de Radio Nacional. Ese día me salvaste el programa y pude volver con mi hija al hospital. Hace tanto tiempo, que se casa el año que viene con 25 años. Ese día, Paco (cuando me cogiste el teléfono) dejaste de ser el entrenador del Macael y el segundo de Maguregui para formar parte de la familia.
Siempre he seguido tu carrera tanto como tú la mía porque al final de mi querida calle del Magistral Domínguez, donde nací, creaste tu nido de fútbol en la peluquería de Manolo. Allí has derramado tus mejores comentarios futbolísticos. Se me vienen a la memoria tantos pasajes de tus tiempos en la Agrupación. Se me pasa por la mente aquel derby Macael-Poli en el que me abriste de par en par las puertas de tu vestuario, aquel ascenso del Garrucha a Tercera... Ha sido tanto fútbol juntos que para mí no te has marchado y volverás a tirar del carrito con los nietos, esos pequeñitos futbolistas que te hicieron tan feliz en los últimos días de tu vida.
Me habrás echado en falta en el velatorio y en el entierro. No te he podido devolver aquel cable que me echaste cuando nació mi hija. Pero te lo cambio todo por hablar de ti en la Cadena SER con el himno de la Agrupación sonando de fondo. Y le voy a decir a los aficionados de Almería que tú has sido muy grande para nuestro fútbol. Les voy a contar que eras el brazo derecho de Maguregui en Primera y que salvaste al Poli Almería (pobre Poli) de un descenso cantado a Tercera, en sólo cinco partidos. Y pienso contarles que el Macael de tus tiempos con Macgregor como capitán era una obra de arte. Y tu Roquetas y los atriacos del Garrucha, y tus niños del Pavía, porque sabías tanto de fútbol que los jugadores disfrutaban sobre el campo.
Tu Almería siempre te va a recordar con mucho cariño. Manolo ‘El Peluquero’, Paco Guillén Llóris y compañía no van a tener a quien llevarle la contraria en las tranquilas tardes de tertulia futbolera. Ellos andan dando vueltas al motivo de tu marcha y no entienden cómo un hombre tan sano y tan fuerte se ha marchado para siempre. Cuando se entere Maguregui se echará a llorar porque mira que os ha querido siempre a Cubillo, Pepe Morales y a ti. Está mayor, pero se defiende como gato panza arriba. Mira, Paco, me ha salido una de tus frases preferidas, así defendían siempre tus equipos.
Te he tenido siempre como uno de mis entrenadores, ya sabes que el primero siempre ha sido Román, y tú nunca te has enfadado porque el Mago fue el primero que conocía con ocho añitos. Pero luego vas tú y te prometo que cada jueves cuando pase por la puerta de la peluquería te buscaré, leyendo el periódico y tratando de mandar en el debate como buen míster. Saluda a Juan Rojas y a Salustiano Polo cuando llegues Paco.
Ah, se me olvidaba, tu capitán Macgregor (Diego Martínez Cano), ese jugador del que un buen día me dijiste que: “No nacerá otro como él, Tony”. Está arriba en Canal Almería y se ha enterado de tu muerte. Ahora es un hombre muy importante (pero no ha cambiado) que aplica a los negocios todas las enseñanzas que le dio el fútbol. Te manda un beso muy fuerte, de esos que sólo te puede dar un macaelero de pura cepa. Macgregor lleva traje pero en el corazón los tres llevamos un ¡Aupa Atléti! Somos del Macael.
Vamos a terminar con tu grito de guerra Paco, ese que saben todos los que han sido tus jugadores, y yo. Una, dos y tres: “vamos a luchar, SÍ, vamos a triunfar, SÍ, vamos a ganar... SÍ, SÍ, SÍ.