Alguien debe gestionar con unos complejísimos algoritmos “quien sí” y “quién no" nos debe dejar. En este caso, no termino de asumir que Javier haya tenido que partir tan prematuramente.
Javier Deleyto llegó a Almería cargado de prestigio y de ilusiones. Ha trabajado como el extraordinario profesional que era y ha llevado al CEMA a la excelencia, para orgullo de su firma y de los almerienses. Se ha involucrado e implicado en lo que se le ha requerido, desde el ámbito empresarial al institucional. Era Legionario de Honor. Cuidó y amó el privilegiado entorno natural del Cabo de Gata–Nijar. Tuvo oportunidades, magníficas ofertas profesionales, pero decidió continuar en Almería.
Pero por encima de todo, Javier era un hombre sociable, empático y afable. Cargado de bonhomía. Leal y entrañable amigo. Enamorado de Ana, su mujer. Siempre preocupado por los demás. ¿Estás bien? ¿Estáis a gusto? ¿Cómo te va?. Siempre.
Recuerdo el orgullo con el que hablaba de su personal en el CEMA, como los mentalizaba sobre la seguridad en el trabajo y como mostraba ufano el engrosado marcador de “días sin accidentes” situado en la entrada del centro.
Y siempre con una sonrisa que le precedía y acompañaba allí donde estuviese.
Probablemente, “Alguien” haya necesitado de él para liderar alguna empresa difícil en el Otro Mundo. Como eternamente ocurre, tiene razón. Nadie mejor que Javier para hacerlo. Así que estoy seguro que, sin dilación, Javier se habrá incorporado a su nuevo puesto y que nos esperará para, cuando corresponda, recibirnos como siempre, con la mejor sonrisa, la suya, la de Javier.
Descansa en paz amigo.