Aún seguimos despidiéndonos de ella, porque cuesta despedirse de una persona como la abuela Loles; una persona tan feliz, tan activa para su edad, y sobretodo, tan especial para la familia.
Siempre que la recordemos, deberíamos tener una sonrisa en la cara, por todas las risas y momentos inolvidables que tuvimos a su lado. Echaremos mucho de menos a la abuela con su abanico, sus gafas de sol y su moreno de playa.
Nunca la olvidaremos, por lo que nos ha dejado y por crear una gran familia, siempre queriéndonos muchísimo, y ahora con más fuerza que nunca.
Toca aprender a seguir sin ella, pero la quisimos, la queremos y la querremos siempre. Qué grande fue mi abuela Loles.