Nos situamos en el barrio almeriense de los Almendros, ese que muchas veces la gente dice conocer pero confunden con la parte alta de Piedras Redondas, pero no lo es; para ir a los Almendros, hay que ir, no se pasa, o lo hicieron o lo pusieron en un lugar alejado, cuyo acceso es complicado. Se sitúa en uno de los lugares mas altos de la ciudad, cuya vista mas cercana es el cementerio. Pues bien, al final de este barrio, atravesándolo por sus complicadas calles, se encuentra el colegio, y junto a él La escuela Infantil Municipal, que fue uno de los mayores aciertos de aquel ayuntamiento del año 1984, cuando echaban a andar los Servicios Sociales en nuestra ciudad.
En el año 1985 abrió sus puertas, con dos aulas que a la vez se convertían en tumbonas y comedor. Empezaron en aquel proyecto dos maestras una educadora infantil y una ayudante de cocina. Fue en el año 1988, cuando se incorporó al mismo Carmen Mora Garrido, allí ha permanecido como directora hasta el pasado 12 de diciembre, que tristemente nos dejó. Treinta y tres años de vida entregada en cuerpo y alma a algo que es mucho más que una escuela Infantil. Poco a poco lo fueron convirtiendo en un lugar donde no solo unas madres confiadas dejaban a sus hijos, la escuela Infantil se convirtió en el eje fundamental de un barrio donde las mujeres debían de pasar a ser las protagonistas.
Así se creó, por ejemplo, la escuela de madres que viene funcionando desde hace muchos años durante varias tardes a la semana. Se concienciaron de la necesidad de formarse educativa y culturalmente e incluso llegar a ver la necesidad de asociarse para conseguir otros objetivos para ellas, sus familias y su barrio y constituyeron la Asociación “Camelamos Naquerar”.
Esta trayectoria, dilatada en el tiempo, hace conocer en profundidad al barrio y sus familias, tanto como para llegar a tener ahora hijos de aquellas primeras alumnas e incluso algún nieto, así conocen a varias generaciones y tal vez por ello el compromiso y la complicidad entre escuela y madres llega a ser tan grande.
Y Carmen ha sido el alma mater, de todo este proyecto, de estos resultados, junto al resto de compañeras que compartían un trabajo pluri y multidisciplinar, ella de forma callada, coordinaba el trabajo de cada una para que diese el fruto deseado. Su trabajo nunca se circunscribió al meramente profesional, formal o de dirección, iba muchos más allá, la hora de cerrar el colegio nunca era la establecida, siempre había algo más; el dialogo con una madre, ayudarles a rellenar unos papeles, escuchar o ir después a buscar algo que hacía falta a alguien o a la propia escuela para el día siguiente, eso incluía también fines de semana o vacaciones.
Cuando esa puerta llegaba a cerrarse, en el asiento de al lado de su coche el trabajo se iba con ella, noches sin dormir y mañanas de jaqueca. Carmen tenía un gran corazón, demasiado corazón, generoso, de entrega, lo era tanto, que lo ha dejado allí, repartido en ese barrio en esas madres en esos niños y por supuesto en su familia. Ha ido dando un trozo de ese latido a cada uno de ellos para que continúe palpitando en cada persona de por vida. Ha dado tanto, que lo ha dado todo.
Su actitud de entrega y de generosidad, debe servir de ejemplo para tod@s, pero muy especialmente para ese barrio, para sus compañeras y para las madres, ella ha sido un referente como persona en todos los ámbitos de su vida, y para que nadie lo olvide, de forma acertada, el ayuntamiento y en su nombre el Alcalde, ha decidido que la Escuela y la plaza que hay delante pase a llevar su nombre “Carmen Mora Garrido”, Todo lo hizo de forma discreta y callada, pero a la vez enérgica, lo hacía silencio, como se marchó, solo roto por el aplauso de toda su gente tras depositar flores en el patio de la que fue y será su Escuela.