Piedad. Mujer excepcional y recordada por siempre. Testigo del ser y estar. Mitología del amor en un sueño que hoy comienza y es vuestro porque sois su casa. Piedad. Doña Piedad. Así la llamo y llamaré. Desde un principio supe quién era esta mujer venida de las tierras altas. Soria. Ayer, una Guerra rociando fuego en los secos olmos del Parque de la Alameda de Cervantes y después, otra alameda donde el “forastero” venido de una Torre de Oro ofreció su compromiso y su presente de amor.
Como dicen los cuentos, había una vez otra estepa…fría y azúcar surgida de la tierra. Baza. El abuelo Manuel hace crecer las hojas tiernas y jóvenes de sus hijos y esquejes de remolacha. Tiempo de descubrimiento y un mañana de hombres y mujeres que buscarían su maná de futuro en la máquina e hierro. Los trabajos y los días. Barcelona. Laboro duro y una postguerra de grises y ocres. Doña Piedad sería entonces ese color que da forma al lienzo y aglutina los esfuerzos del artista por su obra acabada. Un hijo y una hija en el Modernismo que le acompañaba, ropas y abalorios creando una presencia estudiada.
Almería. Otra vez el Sur; la definitiva entonces. Otra hija y toda una vida para decir quién es y cómo crecía su alma, su esfuerzo y templanza. Doña Piedad llegó tarde a mi mundo y, sin embargo, soy también hijo de su ejemplo, buen hacer y eso que llamáis personalidad que no es sino darle un sentido a la vida. Casi nada.
No voy a contar sus virtudes y milagros que son muchos como mujer buena y honrada. Quisiera que el mañana fuera un punto y aparte donde ella vuelve al corazón y memoria. Nos hace ser mejores y, en todo caso, imitar su vida. “Imitatio Chisti” leían los versados en latines quizá proclamando a un ser de luz y que ahora nos es revelado en esta sala. Doña Piedad gustaba de hacer manualidades. Pienso que en estos momentos estará pintando las caritas de ociosos querubines a pesar del atónito de los gorditos ángeles. Perfeccionismo se llama. Me despido con un de eso boleros que tanto amaba. “Mujer si puedes tú con Dios hablar...” Ya sí es una realidad. Estás en la Casa del Padre y más tarde que temprano nos reunirás en tu mirada.