In memoriam de una maestra

También pintaba bonitas copias de cuadros de pintores famosos como Sorolla

Maruja Lago Santisteban

  • Manuel-Jesús Dolz Lago

El día 17 septiembre de este año falleció a los 94 años de edad Maruja Lago Santisteban, maestra parvulista. Maruja publicó un libro autobiográfico editado por el Instituto de Estudios Almerienses en el año 2012 titulado A través de mis ojos. En su presentación en el Instituto, entre sus amigos y familiares que abarrotaban el salón de actos y ante las autoridades, evoqué a Josefina Aldecoa (1926-2011) y su libro autobiográfico Historia de una maestra, al encontrar similitudes centradas básicamente en el relato de una maestra que entrega su vida a la difícil y, en muchas ocasiones ingrata, tarea educativa. Sin embargo, para Maruja no sólo fue grata sino gratificante y enriquecedora al tiempo que también lo era para quienes disfrutaron de su magisterio.


Con posterioridad a este libro, ya en autoedición Maruja publico cuatro libros más titulados Poesías y Recuerdos, inspirada en su admirada Celia Viñas (2013), Mis viajes al extranjero y otros relatos (2017), Poesías y Cuentos para niños (2017) y Diarios e Historias, en homenaje al escultor almeriense Juan Segura Santisteban (2020), que era su primo hermano, autor de la fuente Los Delfines instalada en el parque Nicolás Salmerón de Almería.


Maruja también pintaba bonitas copias de cuadros de pintores famosos como Sorolla. Su pasión por el mar, nuestro mar almeriense, era inmensa y desde su apartamento en primera línea del paseo marítimo de Almería gozaba de su variable superficie siempre en movimiento, pensando en sus profundidades que como raíces líquidas nos atan en un vaivén eterno a esa incertidumbre de la vida compensada con la esperanza. Vida que aunque resulte paradójico ella, ya difunta, no ha perdido porque ¿quién desaparece cuando es amado?


Entre sus papeles, algunos que me entregó para futuros libros, encuentro este breve texto que puede interpretarse como sus últimas palabras, titulado “Silencio”.


 “Ahora a penas puedo ver. No puedo escribir ni pintar. Estoy como en una jaula, sin poder andar. Tampoco, a veces, puedo hablar. El silencio es mi música. Y a través de mis ojos veo esa música que da color a una vida ya vivida, quizás gris y en decadencia. Creo en Dios. Espero reunirme pronto con mi madre, padre y hermanos. Y entonces les hablaré del silencio y del cariño con el que he vivido rodeada siempre. También les diré “Gracias a la Vida”.


Descanse en paz.


Un saludo


Miguel