Abuelo, te has tenido que ir tan pronto que, contigo se ha ido un pedacito de mí.
Ojalá todo esto fuese una pesadilla y no tuviésemos que estar despidiéndonos de ti. Ojalá este no hubiese sido nuestro último verano juntos. Ojalá pudiéramos retroceder en el tiempo para volver a abrazarte por última vez y recordarte cuánto te queremos. Ojalá, allá donde estés, puedas vernos. Ojalá esto no sea un “adiós” y sí un “hasta pronto”.
Aquí siempre te vamos a echar de menos y nunca te olvidaremos. Has dejado una huella imposible de borrar en nuestros corazones y no habrá un solo día en el que no pensemos en ti. Y es que parece mentira que la vida siga cuando, para nosotros, se ha parado el mundo desde que tú ya no estás a nuestro lado.
Pero, por ahora, solo podemos recordar lo afortunados que hemos sido de tenerte en nuestras vidas. A pesar de tener 76 años, nunca fuiste un anciano, tu esencia y la juventud de tu alma se han mantenido intactas hasta el final. Siempre has sido un abuelo excepcional y diferente a los demás. Jamás olvidaremos esa personalidad tan tuya que te caracterizaba y con la que nos iluminabas a todos, marcada por las ganas de vivir y de disfrutar de cada momento al máximo.
Afortunados Todavía no soy capaz de hacerme a la idea de que no podrás acompañarnos más en nuestras próximas vivencias. Mis hermanos y yo hemos sido muy afortunados de tener un abuelo tan joven, hasta soñábamos con que ibas a poder estar en nuestras bodas o, incluso, que serías bisabuelo. Jamás me habría podido imaginar que esto iba a ser así, que no íbamos a pasar más Navidades a tu lado, ni verte pasear por la casa cantando las canciones de Sabina, ni bañarnos juntos en tu playa favorita de El Palmer, ni compartir contigo una ración de berenjenas a la miel. Y, menos aún, soy capaz de asumir que, por mucho que te llame por teléfono, tú ya no podrás responderme.
Solo me queda darte las gracias por haber sido el mejor abuelo del mundo. Siempre nos sentiremos orgullosos de ser tus nietos porque tú no solo has sido un abuelo para nosotros, también has sido nuestro amigo y confidente, una persona en la que hemos podido confiar y nunca nos ha fallado. Has sabido guardar nuestros secretos y escuchar todos nuestros problemas e inseguridades, nos has ayudado a ver el lado positivo de la vida y la luz al final del túnel. Y, aunque sea difícil de creer, tú tenías el superpoder de eliminar la distancia porque, a pesar de que estabas en Almería y nosotros en Madrid, siempre has estado a nuestro lado, tanto para lo bueno como para lo malo. Es por todo esto que, desde aquel martes 18 de octubre, se fue un pilar fundamental en nuestras vidas y en nuestros corazones.
Pero, ahora sé que las aventuras del abuelo y sus trillizos no acaban aquí y que vas a seguir acompañándonos en todas nuestras vivencias, porque solo muere quien es olvidado y tú, abuelo, eres imposible de olvidar. Por mucho tiempo que pase, yo siempre seré tu Caramelito y tú el mejor abuelo del mundo.