En Almería, tu pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo
Fernando Jiménez, con quién tanto quería.
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte contemplando,
como se pasa la vida, como se llega a la muerte,
tan callando.
Amigo Fernando, tu descanso es nuestro gozo.
Ahora disfrutas con Arantxa de la plenitud,
en la Casa del Padre.
Ejemplo de nobleza, sabiduría y resistencia,
eres nuestra luz en este camino lleno de contradicciones.
La Academia, la ciencia psicosomática toda,
lloran su desventura en su conjunto,
y sienten más tu muerte que sus vidas.
A las aladas almas de tus libros,
de lecturas de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.