Mi querido amigo: El sentir me embarga, tu ausencia amarga. Dolor por tu muerte, dolor por tu falta.
Los que te queremos me animan a escribir unas letras de homenaje, que difícil sabiendo lo magníficamente que manejabas el habla. Faltan paginas para describirte, al igual que exponer tu amplio y merecido currriculum.
Sincero, coherente, inteligente, cercano, humilde, afable, cariñoso, amigo, compañero y maestro. Tu estar sereno y juicioso quedara en el recuerdo.
La muerte siempre llega prematuramente, un 12 de noviembre, si bien nos has dejado, entre otras cosas, tu huella humana y humanística de esa impronta que tan bien te ha definido.
Cuanto hemos aprendido de ti, ducho maestro de maestros, Catedrático de sabiduría y merecida Psiquiatría, te lloramos y recordamos porque eres único, los que te conocemos bien lo hemos percibido y disfrutado.
Docto entre los doctos, tan considerado y triunfador en todas las plazas. Respetado y admirado en los Foros, sin altura que se te resistiera.
Tus brillantes intervenciones, por mencionar una muestra, como el discurso de entrada en la Real Academia de Medicina o el homenaje a colegiados sénior de Almería, y otras y otras y muchas más para el disfrute de tu “speaking” como presumidamente te gustaba decir.
Siempre ávido de aprender, yo te decía “Tu estas para enseñar”. Pero viajábamos a Madrid, a los seminarios de Hugo Bleichmar sobre el narcisismo. Tren para arriba y para abajo, parada en Chamartín y almuerzo en Atocha “con una de calamares”.
Cuanto he aprendido de ti, y yo de ti me respondías.
En mayo me comunicaste que habías dejado la actividad profesional con ese aplomo y resignación tan característica.
Fernando te queremos estés donde estés.
De Fliess a Freud.