Hola, papá, esposo, hermano, cuñado, suegro y amigo.
Hablo por todos (si me lo permitís) y esto es para ti. Si, hoy (en nuestros corazones) te recordamos, pero sin llanto, ni sensación de abandono, ni amargura, porque y con la ayuda de Dios (si hay Dios, como tanto decías en tus conversaciones) te ayudo a marcharte. Con tu marcha diste la bienvenida a un nuevo nacimiento. Me consta que una sobrina, por parte de hermana, tuvo un niño y le pusieron Antonio. Dicen que es muy bonito. Seguro que te adelantaste y lo viste antes que todos nosotros.
Quizás te fuiste pronto y casi sin avisar. No pudimos despedirnos. Yo, eche de menos rozar mis labios en tu rostro terso en forma de beso; abrazarte o decirte hasta pronto. Lo sé, lo sabemos, tenías cierta prisa. Lo respetamos y entendemos.
Echamos de menos tus muestras de gratitud; tus bromas y tus chistes; tu guasa de todo y de nada. Tantas anécdotas que aun todavía podemos recordarlas en nuestra vida cotidiana.
Miedo Nombrabas a Darwin y su teoría de la evolución y selección natural de la especie como una selección natural. Postulabas tu propia teoría sobre la especia (fruto de la documentación que almacenaba tu intelecto) y decías a menudo que la muerte es un hábito del cuerpo. Aun así, le tenías miedo, no a dejar tu cuerpo físico, sino a cómo y a cuándo. Yo te decía: “tampoco nos enseñan a nacer, es algo intrínseco, ¡cómo nos van a enseñar a morir!”
Aquellos que tuvimos la suerte de convivir, compartir y verte en tu última etapa de la vida, tuvimos la oportunidad de ver libros casi por cada rincón, pero siempre bien ordenados. Aún recuerdo que comentabas a menudo: “hijo, leyendo el periódico (últimamente escogiste más la opción digital) le han hecho una entrevista a tal autor y parece interesante”. “¡Voy a hacerme con un ejemplar!”, decías. El último año los comprabas a través de la web; salir no era tu prioridad. Aun así, tuviste la suerte de dar pequeños paseos por la terraza. Viviste cómodamente, nunca te falto de nada, ni tampoco a tu familia. Con verte rodeado de las personas que para ti eran realmente importantes, era suficiente para alcanzar (casi) la completa felicidad.
Sabio, instruido y rápido en tus respuestas. Enérgico en tus formas. De pronto carácter y de nada en tu verdadera esencia.
Seminario Un día compartiste que estuviste un tiempo en el seminario, pero que por motivos caprichosos del destino y de tus propias decisiones, quisiste orientar tu vida por otro camino. Decidiste aprovechar tu retentiva memorística en completar tus estudios de magisterio. Años más tarde te licenciaste en Pedagogía y aprobaste la plaza como docente. El doctorado llego teniendo ya a tu familia. Lograste (con empeño y constancia) también una plaza como profesor asociado en la UAL y más tarde en la UNED. Todo lo compaginabas como pedagogo en el equipo de orientadores en la zona del poniente almeriense. Conseguiste, por méritos propios ser elegido Inspector de Educación.
(Estando en activo) Quiero recordar si alguna vez enfermaste y no pudiste desempañar tus funciones. No lo recuerdo, pero si puedo decir que los de tu generación habéis sido muy tenaces, responsables y comprometidos.
Disfruta de tu deseo más profundo, en paz y en plenitud.
María Teresa, Antonio, Raúl, Jesús, hermanos/as, cuñados/as y amigos/as, te elevamos con nuestras oraciones y te recordaremos siempre.