Querida hermana María del Mar:
Han pasado siete años desde que una, cruel y aun no resuelta, enfermedad te alejó de nuestro lado. A pesar del tiempo transcurrido, el corazón me empuja a escribirte con la certeza de que no recibiré respuesta, pero mi dolor y amor de hermano me empuja cada 18 de abril a pensar un poquito más en ti. Vamos a ello.
Donde quiera que te encuentres te deseamos que estés bien, en presencia de Dios y rodeada de papá y mamá. Bésalos y cuídalos. Nosotros, dentro de nuestra añoranza y dolor, estamos bien.
Contarte que la terrible enfermedad que te llevó, sigue sin resolución definitiva. Se están dando pasos, cada vez mas decididos, hacia unas vías que la conviertan en una enfermedad crónica pero, en este momento, no contamos con la varita mágica que nos lleve a considerarla resuelta. Todos estamos dando pasos en diversas direcciones y con los ejemplos como el tuyo, tan positivo, y el de otras y otros esperemos encontrar soluciones a esta enfermedad. Besos para los que no están y también para los familiares que, con su entrega, tanto ayudan en el tema cancerígeno.
De tu barrio (El Alquián), que también es el mío, te informo que tus familiares y amistades, estamos todos un poquito menos jóvenes. No se encuentra una solución al tema de la vivienda porque se entremezcla la necesidad con una política de apoyo a otros barrios, que aquí no se lleva a cabo, y sin eso el futuro se pinta gris tirando a negro ya que casi toda la juventud, por uno u otro motivo vuela lejos o a otras zonas limítrofes.
Verte, como te vimos, avanzar con tan buen humor, con esa fe y esperanza en un mañana mejor me permite tener ese anhelo de que este mensaje en tu honor pueda contener indicios de soluciones a todos los problemas. Quizás, donde tú estés puedas reconocerlos y con tu ilusión de siempre los recojas y ayudes a solucionarlos.
Te estoy imaginando leyendo estas notas con una amplia sonrisa.
Gracias por haber sido mi hermana. Te quiero.