“Fuimos afortunados de tenerte en nuestras vidas, Pepe”

Pepe Cosentino ha muerto tras una larga enfermedad

Pepe Cosentino

  • Antonio Martínez

Reza el dicho machista que detrás de cada gran hombre siempre hay una gran mujer. En el caso de los Cosentino, detrás de Paco, el más famoso, siempre estuvieron sus dos hermanos. El mediano de ellos, José, nos ha dejado a los 78 años tras una larga enfermedad.


Reservado y culto como pocos, Pepe fue un trabajador incansable. Economista concienzudo, a pesar de su jubilación, siguió acudiendo diariamente a la oficina y a los bancos hasta que la enfermedad y su esposa Isabel María se pusieron tan tercos que le prohibieron seguir viajando de Macenas a Cantoria.


Siempre tenía un libro en la mano. Era un apasionado de la historia al que no se le podía regalar ninguna revista porque ya la había leído o se sabía mejor el tema que el redactor. Estoy seguro de que podría recitar todas las dinastías egipcias desde los reinados antiguos hasta el periodo grecorromano.


En su juventud, coqueteó con el sacerdocio, hasta el punto de enrolarse en el seminario, pero el destino quiso que en su camino se cruzara una albojense de raíces gaditanas, con quien compartió los siguientes 50 años de su vida. Tuvieron cuatro hijos: Eduardo, Ángeles, Isa y Aida, quienes a su vez le dieron cinco nietos que hoy, como muchos de nosotros, lloran su pérdida.


Si tuviera que destacar una cualidad de Pepe, sería su inteligencia emocional. Jamás le escuché un taco ni un exabrupto. Era extremadamente respetuoso incluso con aquellos con los que discrepaba profundamente. Nunca se inmiscuyó en las carreras de sus hijos, aunque sospecho que le habría gustado verlos en la empresa familiar para tenerlos más cerca. Les dio la mejor educación que pudo y los guió en la vida con respeto y cariño. Hoy, dos de ellos están en la multinacional que junto a sus hermanos ayudó a construir, dando empleo a miles de personas de la comarca.


Perspicaz y sosegado, afrontó su enfermedad con una vitalidad y aplomo que nos conmovieron por lo cabal y positivo que se mostró, a pesar de saber que el cáncer que lo consumía era una condena de muerte ineludible.


Hoy le lloramos y el pesar será largo, pero cuando pase el tiempo, recordaremos con cariño los amaneceres de Macenas que nos enviaba diariamente y que Canal Sur había convertido en un clásico de sus telediarios.


Fuimos afortunados de tenerle en nuestras vidas.


Descansa en paz, Pepe.