Un buen hijo, un buen padre, un buen marido y un buen hermano

Ya hace tres meses que nos dejaste y tu partida fue rápida

Cristóbal "Olallo"

  • Tu cuñado Ramón

Ya hace tres meses que nos dejaste y tu partida fue rápida. Siempre que hablábamos, ya en la última etapa de tu vida, nos decías: yo debería morirme ya, para no dar tormento y al final te saliste con la tuya, porque cuando la enfermedad es corta, no hay tiempo para el sufrimiento ni para el tormento. Fuiste niño de la guerra, y como tal, padeciste los primeros años de la posguerra. Eso te llevo a trabajar desde la niñez, a recibir la escuela por las noches y a muchas más carencias que todos los de esa época padecisteis. En tu juventud, te enamoraste de María, ¡que gran mujer aquella!, de la que nacieron tus dos hijas, Pilar y María Teresa. En tus primeros tiempos de casado trabajaste la tierra en aparcería y yo recuerdo que eras un campeón en el cultivo de la misma. Después emigraste a Suiza, donde trabajaste en el campo y en la construcción, lo que te permitió vivir más desahogadamente y que a tu familia nunca le faltase de nada, conseguiste hasta una casa en Almería, cosa impensable en aquella época. Tu vida fue, en realidad, buena hasta que perdiste a María, que te lo trastocó todo. No obstante, tus hijas, que siempre se han desvivido por ti, supieron amortiguar el golpe y junto con tus yernos y nietos te han tratado como a un rey sin tener que pasar por el trauma de muchos mayores, que, con mucha pena, en su mayoría tienen que ir a la residencia a esperar que venga la muerte.


En fin, Cristóbal, creo que debes estar orgulloso de tu paso por este mundo, pues has sido un buen hijo, un buen padre, un buen marido y un buen hermano, muy querido por todos, incluida la tertulia de Los Derechos Humanos: Juan, Fernando, Pepe, Adrián y alguno más que se me pasa. Te echamos mucho de menos y a tu hermana Pilar ya la habeis dejado “solica”. Hasta luego, hermano.