Adiós a la Anica Dolores, querida vecina de El Pilar

Fuiste el paño de lágrimas de la familia, querida por todos

  • José Ramón García

Ya hace más de dos meses que te marchaste de nuestro lado y todo el mundo en El Pilar te echamos de menos. Como niña que naciste antes de la guerra, sufriste las carencias propias de la época, pero como tu padre, además de agricultor era albañil, lo básico nunca falto en vuestra casa. Cuando joven te casaste con Cristóbal, hombre trabajador y bueno donde los haya, que siempre te trató como una princesa. Montaste tu tienda de cercanías, donde servías y aconsejabas a todos. Con tu trabajo y el de tu marido disteis estudios a vuestra hija y hasta le conseguisteis una casa en la ciudad, cosa poco corriente en ese tiempo. Has sido persona autónoma hasta un mes antes de irte: cocinabas de maravilla (¿quién no recuerda el ajoblanco de la Anica?), te duchabas sola, hacías todas las tareas de tu casa, sin equivocarte, hacías las lecturas en la Iglesia. Hasta el último mes de tu vida no aceptaste el que tu hija te pusiese una compañía; bien es verdad que te trató como una reina y siempre estuvo a tu vera de viernes a lunes y todas las vacaciones; porque no consentías salir de El Pilar. Otra cosa que te ha pasado y que no es muy corriente, es que has permanecido guapa hasta el final de tus días y además no has sufrido para marcharte, porque cuando el tiempo es corto no hay lugar para el sufrimiento ni el tormento. Si a todo lo anterior, le sumamos que fuiste el paño de lágrimas de la familia, querida por todos y, en suma, has sido una mujer buena, puedes estar orgullosa de tu paso por esta vida; ya que has obtenido el máximo título que aquí se puede conseguir. Te tenemos presente en nuestras oraciones, pero sabemos que eres tú la que ahora intercedes por nosotros ante Dios. Hasta luego, Anica.


El primo Ramón


PD: La tertulia veraniega de tu terraza sigue celebrándose y allí acuden: Natalia, Nieves, Ana, Lidia, Francisca y todos los demás. Sé que te da alegría que así sea.