Carmen Alemán: la ejemplaridad en la vida y en la muerte

Quiso a muchos y muchos la quisieron por ese empeño tan personal de cultivar la amistad

Carmen Alemán Bracho

  • Antonio Fernández

Carmen Alemán Bracho ha fallecido tras una larga y cruel enfermedad, con poco más de sesenta años. Un maldito cáncer la atrapó hace cuatro años, un diagnóstico sin esperanza ni futuro, y finalmente ha ejecutado su sentencia.


Posiblemente un sinsentido injusto puesto que Carmen había nacido y dedicado su vida a tratar de hacer felices a los demás. La adornaban un intenso encanto personal, una sonrisa que dejaba traslucir su alegría, una dedicación plena a su profesión, a su familia y a todos aquellos que la acompañaron en la siempre difícil aventura de la vida.


Nacida en Almería, estudió en las Jesuitinas y luego cursó la carrera de Derecho en la Universidad de Granada. Tras una brillante trayectoria académica decidió consagrar su vida a la docencia y se convirtió en catedrática de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Ejemplo de su vocación son las calificaciones en las encuestas que año tras año se realizan en esta universidad, superadas siempre con el sobresaliente otorgado por sus propios alumnos.


Carmen quiso a muchos y muchos la quisieron por ese empeño tan personal de cultivar la amistad y mantener una relación entrañable, sin dobleces ni reproches, con todos los que tuvimos la suerte de conocerla personalmente. Pura vitalidad, sincera amabilidad y esa sonrisa que conquistaba los corazones de tanta gente como transitó por su vida.


Era una amante profunda de su Almería y por eso acudía con frecuencia a su tierra junto a su familia y, entre sus primeras visitas, siempre estuvo el mar Mediterráneo, primera opción de un ocio personal que compartía con su marido, Julio Iglesias de Ussel y sus tres hijos.


Cuando conoció el terrible diagnóstico de su enfermedad y supo a ciencia cierta que le quedaban pocos años de vida, eligió no compartir esa información y vivir en silencio sus últimos años. Sólo Julio Iglesias conocía una realidad que ella no quiso comunicar a nadie más, ni siquiera a sus hijos, para evitar -hasta que se hiciera inevitable- el sufrimiento de sus seres queridos, de su entorno social y profesional; hasta ese punto fue generosa en ese reparto gratuito de la felicidad que la había acompañado siempre.


La sentencia se cumplió hace poco más de un mes y, ahora sí, ese entorno que había sabido construir a su alrededor está hoy sumido en el inevitable dolor de una pérdida que sufren sus seres más queridos, su familia y sus amigos más cercanos, pero que alcanza a las muchas personas que tuvimos la fortuna de conocer a una de las personas con mayor carga positiva que se ha paseado por las calles de nuestra Almería, su Almería del alma. Descansa en paz y sonríe, Carmen, porque nadie sabía hacerlo mejor que tú.


NOTA: La misa por el eterno descanso de su alma se celebrará esté sábado 19 de octubre en la iglesia de la Virgen del Mar, a las 19:00 horas.