Se llamaba Rosalía, aunque todo el mundo la conocía por el nombre de Carmencita, como su madre. Había nacido en el mes de mayo de 1941, en la localidad de El Ejido (núcleo de población, en aquellos momentos, dependiente del municipio de Dalías). Sin embargo, toda su infancia transcurrió en Berja.
Era la primogénita de cuatro hermanos (tres mujeres y un varón), aunque lloró la temprana muerte de una de sus hermanas (Laly), que falleció en Berja a la edad de 19 años, víctima de una cruel enfermedad.
Fue alumna de la Academia Nuestra Señora de Fátima, regentada por los entrañables maestros Diego Cara Moreno y Antonio Sánchez Martín, y, posteriormente, cursó los estudios de Magisterio en el Colegio Stella Maris (las Jesutinas) de Almería, siendo una alumna destacada.
Aprobó las oposiciones de Magisterio muy joven, con 19 años, y ejerció su profesión de maestra en las pedanías de Los Enríquez (Adra), El Tesoro (Sorbas), Picena (Granada), Montejaque (Málaga), Ugíjar (Granada) y El Ejido (Almería).
En opinión de sus compañeros de trabajo, Carmencita era una buena maestra. Todos cuantos la conocieron alabaron la seriedad de su labor en las escuelas y su profesionalidad. Hasta que tuvo que jubilarse por enfermedad.
Posteriormente, fijó su residencia en Almería y adoptó un perro, su inseparable Richy, un caniche blanco que fue su amigo fiel durante más de diez años...
El pasado día 16 de agosto tuvimos una comida familiar que celebramos todos los años con motivo de la Virgen del Carmen, donde ya nos manifestó que estaba enferma. Sin embargo, nadie podía imaginar que era una comida de despedida.
Pues bien, Carmencita ha muerto. Murió el día 7 de septiembre, víspera de la festividad de la Virgen de Gádor, patrona de Berja, pueblo donde vivió una gran parte de su vida. Sin embargo, prefirió ser enterrada en Almería, ciudad en la que residió los últimos veinte años de su vida.
Muchas de sus compañeras de Magisterio la acompañaron durante el sepelio, asistiendo a la misa ‘in corpore sepulto’, que se celebró en la Iglesia de San Pedro de Almería. A todos los asistentes, la familia les agradece su presencia.
Por todo ello, he querido escribir estas líneas para recordar a una mujer, que siempre se sintió joven y vitalista, con unas ganas de vivir enormes, de viajar, de conocer mundo, a pesar de sus achaques y de sus años.
Carmencita se ha ido. Ha dejado un hueco en nuestros corazones muy difícil de llenar. Su familia le rinde este pequeño homenaje póstumo.
Descanse en paz.