Francisco Sánchez Úbeda
- La Voz
Mi padre, mi padre,qué palabra más bonita , y ha veces qué poco la disfrutamos, o qué poco la valoramos. Él era una de las personas que más quería, respetaba, y adoraba del mundo, pero se tuvo que marchar. Mi padre no era un niño, pero tampoco un viejo, por lo menos él no se sentía así. Tenía 74 años. Y hoy, al año de irse, le escribo esta dedicatoria en su recuerdo. Qué año más raro, esa Navidad, la Comunión de su nieto, el nacimiento de su nieta, y ese verano largo sin poder verlo... Y cómo lo hechamos de menos toda su familia. Hoy quiero rendirle mi homenaje, porque aún necesito su presencia. Todavía no creo que no estés, cuando paso por la ‘ica’ y creo que vas a salir con tu moto, al llegar a la casa, tengo el instinto de decir “gurullo, ¿dónde estás?”, como te lo decía todos los días. Pero cuando me doy cuenta, siento un enorme pinchazo en el corazón y me contengo para que no me lo noten. ¿Cuánto te quería, papá? Nunca me imaginaría lo que te hecho de menos, a pesar de que noto tu presencia por donde voy. Cuando llevo al niño al fútbol y tengo que pasar por el cementerio, paso a verte, y no me creo todavía que tú estés ahí. Ese dolor no hay medico que lo cure, ni escritor que lo escriba, ni inventor que lo investigue, ni se explica con palabras, porque ese dolor no tiene descripción. Pero el peor dolor que he sentido, en toda mi vida fue aquel día 18 de noviembre del 2010, el día en que, sin quererlo ni esperarlo, nos dijeron que te morías. Notas que te engarrotas y no sabes reaccionar. Cuando fui a abrazar tu cuerpo, sabiendo que era la última vez que lo haría y para siempre, no podía dejar de besarte y de hablarte, para que no te fueras. Con una lágrima en tu ojo, que me la traje yo en mi cara cuando te besé, nos dejaste para siempre y nos dijiste ADIÓS. “¡Por qué, papá, por qué!” Sólo me queda la esperanza de que, estés donde estés, sigues en mi corazón. Y dicen los mas viejos que los espíritus empiezan a volar al año de morir. Sé que ha llegado tu hora para que descanses y puedas volar, para reunirte con tus padres y hermanos, que seguro que te esperan con los brazos abiertos como tú te mereces. Así como un día también me pasará a mi y me tocará volver a tus brazos, y espero tener un sitio a tu lado. Porque sé que eres lo mas bello que en vida tuve. Y te convertirás en el ángel que, desde tu lugar en el cielo, guiará mis pasos en la tierra. Por eso, hoy 18 de noviembre del 2011, y aunque no llegues a leerlo nunca, te dedico este pequeño homenaje. Y seguro que el ángel cartero te las hará llegar hasta el cielo... ¡Te quiero, Papá!
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