Uno de los más destacados profesionales españoles de esta ciencia y creador de una prestigiosa escuela de internistas
El día de Navidad falleció en Sevilla Miguel Garrido Peralta, almeriense de 87 años de edad, uno de los más destacados profesionales españoles de la Medicina y creador de una prestigiosa escuela de internistas desde su cátedra de Patología y Clínica Médicas en la Universidad Hispalense. De ella han salido en los últimos 40 años grandes médicos con consulta en Andalucía que profesan auténtica devoción a la figura y la obra de quien fue su maestro, un hombre sabio y de peculiar carácter que sintetizaba en su personalidad la imagen de la autoridad científica y el magisterio de la cátedra al viejo estilo.
Desde la amistad y la confianza que unió a nuestras familias, no sería consecuente conmigo mismo ni con su memoria si no refiriese algunas notas de esa peculiaridad a la que he hecho mención. A Miguel Garrido se le veía venir desde lejos por su fuerte e irreductible carácter, mezcla de soberbia científica y dialéctica contundente. Su amplia cultura, y no solo médica, y su altiva apostura fruto de una miopía que le hacía mirar de manera insolente a su interlocutor, le granjearon justa fama de personaje difícil y al mismo tiempo admirado y reconocido por quienes se acercaran a él. La conversación con Miguel nunca era plana. En las frecuentes tertulias que manteníamos hace años en la sevillana plaza de Cuba, había que ir pertrechado de argumentos sólidos, no fuera que a las primeras de cambio te diese un revolcón sazonado en su inteligente e irónico sentido del humor. A pocas personas he conocido con tal facilidad de síntesis en el análisis de las cuestiones más diversas de la actualidad. Una mente verdaderamente prodigiosa que procesaba cualquier tema con rigor y brillantez.
De Miguel Garrido se cuentan muchas anécdotas, casi todas ciertas, desde sus peleas a sillazos en las guardias de la casa de Socorro de Almería, años cincuenta, hasta la pública desautorización a un colega a los pies del enfermo moribundo. Y sus inapelables dictámenes cuando pasaba consulta en el Clínico con su corte de discípulos. Pero por encima de todo se recordará a un eminente, sabio, competente y excelentísimo galeno que se cuenta ya entre las primeras figuras que ha dado la Medicina española del siglo XX. Desde muchos puntos de Nuestra geografía las familias peregrinaban a su consulta cuando algún ser querido le veía las orejas al lobo. Sus certeros diagnósticos y consiguientes tratamientos se cuentan por millares en el historial de esta auténtica lumbrera de la medicina. Con el catedrático Garrido Peralta desaparece toda la vieja guardia de discípulos de don Carlos Jiménez Díaz, cumbre de la medicina interna, cuya escuela supuso un paso de gigante en la clínica de las patologías. Descanse en paz Miguel Garrido Peralta que con tanta sabiduría científica alivió la existencia de miles de enfermos.