Luis Beltrán López - Presidente de la peña San Feliú
- La Voz
El día que el Almería subió a Primera División abrió el Franco Navarro con su peña. Fue de los primeros en llegar al Estadio porque no podía contener tanta pasión y tanto sentimiento rojiblanco. Aquel emigrante a Cataluña que fundó una peña en San Feliú, para animar a su equipo por los campos de Tercera, se encontró con la Primera División de golpe. Era pasar del campo del San Andrés al Camp Nou en dos años y, para aquellos emigrantes, era borrar de un plumazo todas sus penas. Porque me decía Luis Beltrán todo lo que lloró a su Almería. Detrás de esa pose de señor había un corazón tan grande que no podía soportar la lejanía de su amada tierra. Porque Luis Beltrán fue un señor de pies a cabeza pero con mucho sentimiento, mucho cariño, todo corazón y al servicio de los demás las 24 horas del día. Un servicial como los almerienses de antes. Una persona que vivió para los demás y por ello llegó a los 79 años con una salud de hierro cuidando de todos. En Cataluña dejó huella. Fundó la Peña de San Feliú y dio de comer a cuantos almerienses aterrizaban por su sede. Allí estuvieron desde Alfonso García Sánchez hasta Maguregui sin olvidar a toda la plantilla de aquel Almería de sus amores. Cuando llegaba el equipo a Barcelona era el primero en recibirlo y los partidos clave se desplazaba en su seat desde San Feliú hasta Almería con el tiempo justo de ver el partido y volver. Todos los seguidores rojiblancos tenían a su peña como referente y era habitual escucharle hablar por Radio Juventud de Almería con José Miguel Fernández de la vida social de su peña. El fútbol era su pasión como también lo fue el cine. Porque antes de emigrar tuvo tiempo de conocer a las estrellas del celuloide que venían a nuestra tierra de cine a rodar películas. Se las ingeniaba siempre para ser contratado de algo, daba igual, había que llevar dinero a casa y los niños no podían pasar necesidades. Se hizo un hueco en los poblados de Tabernas y allí reposa para siempre este romántico al que la vida le sometió a las más difíciles pruebas: su vida fue de película. En Almería, a su regreso de Cataluña, encontró su nido de paz en el barrio de El Zapillo. Desde allí vio crecer a sus ocho hijos y a sus nietos. Volvió sobre sus pasos y buscó a los amigos de antes para recuperar un tiempo perdido para siempre. Luis hizo posible el regreso de sus hermanos y con ellos colaboró siempre como un segundo padre. Tenía mucha gracia, mucho arte, era guasón en las distancias cortas, pero serio y formal a la vez. A mí se me partía el alma cuando me contaba historias de emigrante. Cuando el tren le arrancó de su amada Almería y trabajó de todo en tierra extraña como en la canción del emigrante porque: Luis Beltrán cuando salió de su tierra volvió la cara llorando. Yo lo conocía siendo socio del Almería, fue en Radio Juventud, su amigo José Miguel nos presentó y con él estará ahora hablando de fútbol con Juan Rojas allá en el Cielo. Cuando me llamó tu hija Encarna y me contó que habías muerto el mismo día que velabas a tu hermana me di cuenta que estaba en lo cierto, que Luis Beltrán era una carrocería de señor, de hombre con empaque, pero con un corazón muy sensible y apasionado. Esa pasión que le diste a tu familia. Esa con la que hablabas en Barcelona de tu Almería. Esa que te hizo siempre inconfundible entre nosotros.
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